15 años del Centro Humboldt

1995
Creación del Centro Humboldt y aparición de MERIDIANO
 
El Centro de Estudios Alexander von Humboldt (CeHu) es una libre asociación de individuos para hacer Geografía. Tuvo su origen en la mitad de la década del ‘90 en la ciudad de Buenos Aires, cuando un pequeño grupo de geógrafos delinearon una estrategia organizativa, con el fin de dar respuesta a una serie de desafíos que emanaban del cuadro de situación que caracterizaba al desarrollo de nuestra comunidad.
 
Sobre la necesidad de organización
A principios del año 1995, algunos de los futuros miembros del CeHu participaron en un Encuentro Nacional de Profesores de Geografía, llevado a cabo en la provincia de Córdoba. Este encuentro fue una singular reunión, realizada con el esfuerzo ímprobo de un grupo de profesores de la enseñanza secundaria y era, básicamente, una cita de educadores del nivel medio. Su grado de movilización resultaba, en aquel tiempo, conmovedor a los ojos de un observador proveniente del recoleto mundillo universitario. Este evento se realizaba en el marco de una ofensiva legitimadora de la "reforma educativa". Precisamente, nuestra presencia allí se debía a que la necesidad de organización de los geógrafos, así como también la de una correcta caracterización de la "reforma educativa", constituían temas de discusión en el protonúcleo del CeHu desde hacía un tiempo atrás.
La "reforma educativa" corresponde, simplemente, a lo que se ha definido como la segunda etapa de las reformas estructurales, que en su primera versión fueron conocidas genéricamente como "ajuste estructural". Lo que ahora eufemísticamente se presenta como una "apertura irrestricta a la iniciativa privada" en los sectores de salud y educación, en esencia constituye un ataque a las condiciones materiales de los trabajadores.
De resultas de la experiencia en Córdoba, se aceleró la decisión de acometer algunas tareas básicas para responder a estas preocupaciones centrales, intentando movilizar los recursos de nuestra comunidad, generando para ello un marco orgánico para la acción colectiva. Es así como se funda el Centro Humboldt en la ciudad de Buenos Aires – Argentina, el 25 de mayo de 1995.
 
Meridiano, algo más que una revista
Prestamente surge MERIDIANO – Revista de Geografía, concebida como un punto de apoyo para desarrollar un trabajo organizativo de largo plazo.
En agosto de 1995, en su primer número, el editorial de Meridiano decía, al respecto, que:
"... la Geografía y los geógrafos se encuentran en un estado de acuciante necesidad. La fragmentación y el aislamiento, han contribuido a generar un aplastante cuadro de encierro, extremadamente perjudicial, que debe ser superado, si no queremos quedar sumidos en un definitivo ostracismo, con un empecinado tesón intelectual.
Empero, la decidida actividad de los geógrafos, con lo necesaria, no alcanza a ser suficiente ya que debe estar acompañada por la constitución de un medio de expresión que nos permita establecer un debate, una discusión generadora de certezas y de nuevas dudas; un canal para nuestros denuedos; un testigo que sea a la vez testimonio y acicate de nuestros desvelos.
Meridiano - Revista de Geografía, pretende, modestamente, comenzar a ayudar a ordenar, a encauzar, a coordinar, en alguna medida, los notorios -aunque desperdigados- esfuerzos de una comunidad que no debe ni quiere resignarse a las inclemencias de la desarticulación y de la anomia".
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10841/msg/11093/cid/240D2C4C26B34FA18BA3F52D89CDBAD1@ANA
 
MERIDIANO contó desde sus comienzos con un Comité Editorial representativo de todos los departamentos de Geografía de la Argentina. Su primer número es llevado al Encuentro de Geógrafos de América Latina en La Habana (Cuba), y a las universidades mexicanas. En ese mismo año es presentada en diversas casas de altos estudios de la Argentina.
1996
Se internacionaliza MERIDIANO
En enero de 1996 MERIDIANO – Revista de Geografía, es presentada en la Reunión del CLAG (Conferencia de Geógrafos Latinoamericanistas), que tuviera lugar en la ciudad de Tegucigalpa – Honduras.
En marzo, aparece el segundo número de MERIDIANO, con Comité Editorial Internacional y artículos de colegas argentinos, mexicanos y chilenos.
En julio-agosto es presentada en universidades europeas y en el Congreso de la Unión Geográfica Internacional, que se realizara en La Haya – Holanda.
A partir de este momento el Centro Humboldt da comienzo a un fructífero intercambio bibliográfico con entidades nacionales y del resto del mundo.
MERIDIANO es enviada a los cinco continentes y aceptada en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en Washington.

 

1997
Aparece el Boletín del Centro Humboldt
 
Durante el año 1997, los miembros del CeHu asisten a congresos nacionales e internacionales, dando a conocer la Revista MERIDIANO.
En el mes de setiembre se edita el primer número del Boletín del Centro de Estudios Alexander von Humboldt.
 
 
 

1998

 
 
Cursos, seminarios y distinción
 
En el transcurso del año 98, el Centro Humboldt dictó seminarios y cursos sobre diferentes temas geográficos en las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata.
 
Durante la Asamblea Extraordinaria de octubre de 1998 el CeHu designó Miembro Honorario al Dr. Milton Santos, de la Universidad de Sao Paulo (Brasil).
 
   FC78F10
 
 

 

 

1999
 
La UGAL,  el Primer Encuentro Humboldt y el Día del Geógrafo en Argentina
 
En marzo de 1999, en la ciudad de San Juan de Puerto Rico se realizó el VII Encuentro de Geógrafos de América Latina. En esa oportunidad, representantes de varios países de la región, coincidiendo en sus objetivos respecto del lugar que querían darle a la Geografía, decidieron formar la UGAL (Unión Geográfica de América Latina), que integrara a asociaciones geográficas de cada uno de los países. El Centro Humboldt formó parte de las instituciones fundadoras de esa federación.
 
Noticias del CeHu, la Red electrónica que trasmite información geográfica se fortalece incluyendo usuarios de todo el mundo.
 
En noviembre de 1999, se realiza en la ciudad de Buenos Aires, el Primer Encuentro Internacional Humboldt, bajo el lema “América Latina, 200 años después…”, como referencia a la llegada de Humboldt a nuestro continente en 1799.
El Encuentro contó con la participación de 500 personas de 16 países, y en la oportunidad se nombraron Miembros Honorarios a Elena Chiozza (Argentina), Ángel Bassols Batalla (México) y Jean Bastié (Francia).
mso1C69
Elena Chiozza,
Dra. Honoris Causa de la Universidad Nacional de Luján
 
Ángel Bassols Batalla, catedrático de la Universidad Nacional de México.
 
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/6929DC7CB21647F7B6C479ABAC4F17D5@ANA
Jean Bastié, Presidente de la Sociedad Geográfica de París,
que fuera creada por Humboldt en el siglo XIX.
 
 
 
Día del Geógrafo
 
Desde mayo de 1999, el Centro Humboldt venía realizando una consulta a través de medios electrónicos sobre la elección del Día del Geógrafo en Argentina. Las propuestas que contaron con mayor cantidad de adeptos fueron puestas a consideración durante el Primer Encuentro Humboldt, mediante el voto en una urna a disposición de quienes participaran o no del evento.
Finalmente resultó elegido el Día 22 de noviembre, en conmemoración del fallecimiento del Perito Francisco Pascasio Moreno.
 
 
 
2000
 
Página de Internet, Revista Electrónica y Segundo Encuentro
 
En el año 2000 el Centro Humboldt tiene su primera página de internet y pone on line su revista Posición Internacional.
 
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/DDB32D0E717B42189A9904304918EC47@ANA
 
msoC2A52
En el mes de octubre tiene lugar en Mar del Plata el Segundo Encuentro Internacional Humboldt, bajo el lema “Periferias, Regiones y Países”, formando parte del Programa “La Cuestión Periférica o Periferias en Cuestión”:
“Tras un período de cierto ostracismo, en los últimos años, la dimensión espacial de los problemas se ha hecho presente con fuerza.
De la mano de la globalización, los viejos obstáculos de la distancia, se han redefinido, y con ello la Geografía se ha vuelto un escenario interesante para el análisis de la realidad.
Sin embargo, detrás de la verborragia espacialista de la globalización, se esconden los conocidos vicios de las más vulgares abstracciones.
El desarrollo de líneas de investigación ligadas al estudio de la dimensión material concreta (geográfica) de los procesos históricos, conlleva, por el contrario, un fuerte impulso a la profundización de tres instancias de diferenciación territorial plenamente válidas.
En el marco de la pseudo-renovación de léxico espacialista de fin de siglo, el Segundo Encuentro plantea un acercamiento a la cuestión geográfica desde diferentes perspectivas:
a) una diferenciación básicamente posicional: PERIFERIAS
b) una diferenciación prevalecientemente de sitio: REGION
c) una diferenciación de situación: PAÍS."
 
(Palabras de Omar Gejo, durante la presentación del Encuentro).
 
 
2001
 

  

En octubre de 2001, tiene lugar en la ciudad de Salta, el Tercer Encuentro Internacional Humboldt, bajo el lema “La Vuelta a la Región”.
De los temas tratados en este Encuentro surgió el siguiente documento:
 
Declaración de Salta
 
En la ciudad de Salta, República Argentina, a los diecinueve días del mes de octubre del año 2001, en el marco del 3er Encuentro Internacional Humboldt “La Vuelta a la Región” que convocó a docentes, investigadores, profesionales independientes y alumnos de distintas provincias argentinas como así también de distintos países del mundo, reunidos en representación de instituciones educativas de nivel medio, terciario, universitario y centros de investigación, sostenemos que:
 
Ante la evidente crisis por la que atraviesa la Geografía como consecuencia de la implementación de la Reforma Educativa, que ha dado lugar a la disminución de horas cátedra y la presión del traslado de especificidades conceptuales a ámbitos que desestructuran la propia ciencia, atomizándolos en otros espacios disciplinares, es menester una inmediata revisión de los diseños curriculares y de la continuidad de su implementación como marco legislativo.
 
De allí que en los Encuentros Humboldt llevados a cabo en Buenos Aires (1999), Mar del Plata (2000) y Salta (2001), se ha abordado el problema a través de exposiciones, paneles y mesas redondas. Dicho análisis ha sido complementado y profundizado en reuniones departamentales y en otros eventos de la misma naturaleza en los que han participado geógrafos de Argentina, y en los que se expresa una situación cada vez más grave del problema en vigencia para lo cual se reclama el tratamiento urgente.
 
Acordando con lo vertido durante la reunión de Directores de Departamentos e Institutos de Geografía de Universidades Nacionales, donde se afirma:
 
(...) “La defensa de la Geografía escolar no es una mera defensa corporativa sino una necesidad de fortalecimiento de los intereses populares, locales, regionales y nacionales que no desaparecen por el simple hecho de la globalización y menos aún por el hecho, ya no simple sino francamente peligroso, de ignorar la existencia de territorios con conflictos e intereses que nuestra disciplina está en condiciones de describir y explicar a partir de la perspectiva científica que le es propia”. *
 
  
  
La continuidad de la Ley Federal de Educación atenta contra la garantía de los trabajadores que venimos desempeñándonos en la disciplina, erosionando hasta la médula la propia calidad conceptual que divide al quehacer geográfico en áreas que no corresponden a la incumbencia disciplinar. De esta forma el geógrafo se ve obligado a volcar parte de sus esfuerzos en la dispersión de temáticas que son ajenas a su competencia. Estas situaciones conllevan a una pérdida ya no sólo de horas de trabajo y de dignidad en el dictado de las cátedras, sino que directamente se traslucen sus resultados en la disminución de la calidad educativa.
 
Consideramos que la Geografía es una disciplina fundamental que hace a la formación de la persona como ser crítico y participativo de la realidad de su propio país, y por tanto la importancia estratégica de este saber debe considerarse como un insumo esencial en la formación de un individuo.
 
Por todo lo expuesto es necesario que se contemple inmediatamente como incumbencia y/o competencia del título de Profesor y/o Licenciado en Geografía para todos los contenidos físicos, sociales y económicos que en la unicidad conforman el eje disciplinar de la Geografía, como es reconocido en el ámbito académico-científico internacional.
 
Finalmente, queremos expresar nuestra adhesión a AGeSa (Asociación Geográfica de Salta) respecto del reclamo formulado ante la pérdida de horas y espacios en los actuales diseños curriculares.
 
Se enviará copia a las autoridades pertinentes solicitando la correspondiente respuesta.
 
Firman este documento:
 
Lic. Juan Roberto Benítez
(D.N.I. 10.355.693)
Presidente Centro de Estudios Alexander von Humboldt
 
Lic. Ana María Liberali
(D.N.I. 10.688.405)
Presidente Unión Geográfica de América Latina
 
Prof. Luisa Sofía Valverde de Ibáñez
Vicepresidente de la Asociación Geográfica de Salta
 
Lic. Humberto N. M. Voltolini
Secretario del Centro de Estudios Alexander von Humboldt
 
Prof. Omar Horacio Gejo
Centro de Estudios Alexander von Humboldt
 
Prof. Beatriz Posada
Centro Humboldt/ Instituto del Prof. Nro 34 – El Palomar (Prov. de Buenos Aires)
 
Prof. Haydée Aravena
Miembro del Centro de Estudios Alexander von Humboldt
 
Prof. Marcelo Francisco Veneziano
Centro de Estudios Alexander von Humboldt
 
Prof. Beatriz Giazzon
Centro de Estudios Alexander von Humboldt
 
Lic. Conrado Santiago Bondel
Centro Humboldt/ Universidad Nac. de la Patagonia – sede Comodoro Rivadavia
 
Dra. Susana Aneas
Centro Humboldt/ Universidad Nacional de San Juan
 
M. Sc. María Celia García
Centro Humboldt/ Univ. Nac. del Centro de la Prov. de Buenos Aires – sede Tandil
 
Prof. Sandra González
Universidad Nacional de Luján
 
Prof. Lic. Isabel María Riviere
Universidad Nacional de Mar del Plata
 
Dr. Luis Felipe Cabrales Barajas
Universidad de Guadalajara - México
 
Prof. Noemí Aramayo
Colegio Estrada/ E.E.T 5144 – Aeronáutica - Salta
 
Prof. María Inés D’Uva
Colegio Secundario “Dr. E. M. Aráoz” – Salta
 
Prof. Edith Elizabeth Nieva
Colegio Secundario “Dr. E. M. Aráoz” - Salta
 
Prof. Raúl Ernesto Nieva
C.E.N.S. Nro 7095 - Salta
 
Prof. Martín Guillenea
Escuela de Educación Media Nro 5 - Tandil
 
Prof. María Cristina Morandi
D.N.I. 10.588.148
Servicio de Hidrografía Naval
 
Prof. Delia Miriam Ruiz
(D.N.I. 18. 482. 913)
Salta
 
Prof. Jorge Leonardo Pistén
D.N.I. 21.792.148
Salta
 
Adriana Klumpp
Centro Humboldt/ Univ. Nac. de la Patagonia – sede Comodoro Rivadavia
 
María Azucena Tolaba
D.N.I. 11.283.721
Asociación Geográfica de Salta
 
Gloria Quiroga
D.N.I. 5.891.240
Asociación Geográfica de Salta
 
Emiliano Leonarti
Universidad Nacional de Luján
 
Yamila Rearte
Universidad Nacional de Luján
 
Ana Sofía Batalla
Universidad Nacional de Luján
 
Leila Schein
Universidad Nacional de Luján
 
Robin Marchand
Universidad Nacional de Luján
 
Olivier Charron
Universidad Nacional de Luján
 
Gastón Sandin
Universidad Nacional del Centro de la Prov. de Buenos Aires – sede Tandil
 
Paula A. Pagano
Universidad Nacional del Centro de la Prov. de Buenos Aires – sede Tandil
 
Valeria Arbeo
Universidad Nacional del Centro de la Prov. de Buenos Aires – sede Tandil
 
Daniela Franco
Universidad Nacional de la Patagonia - Chubut
 
Daniel Grimaux
Instituto Superior del Profesorado de Salta
 
Viviana Cejas
Instituto del Profesorado Nro 34 – El Palomar (Prov. de Buenos Aires)
 
Graciela Pachado
Instituto del Profesorado Nro 34 – El Palomar (Prov. de Buenos Aires)
 
Nancy Frenk
Instituto del Profesorado Nro 34 – El Palomar (Prov. de Buenos Aires)
 
Susana Cilio
Instituto del Profesorado Nro 34 – El Palomar (Prov. de Buenos Aires)
 
Micaela Gómez Coelho
Instituto del Profesorado Nro 34 – El Palomar (Prov. de Buenos Aires)
 
Liliana Mastrodicasa
Instituto del Profesorado Nro 34 – El Palomar (Prov. de Buenos Aires)
 
Abel Olarte
D.N.I. 8.536.075

 


Se crea la Cátedra de Geografía de Argentina “Francisco de Aparicio”, coordinada por la Dra. Elena Chiozza.
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/A5A0D4561CDC46DAA437E947D44C4A06@ANA
 
2002
Serie Cuadernos y Cuarto Encuentro
 
Durante el año 2002, se da comienzo a la Serie Cuadernos, publicando el trabajo “Crisis de la (con)ciencia geográfica”, como homenaje al geógrafo chileno Carlos Soto Vargas, fallecido en 1999 en un accidente en Santiago de Chile.
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/A95145EC413B4C65975521CC8139E031@ANA
 
En el mes de setiembre, se realiza el Cuarto Encuentro Internacional Humboldt, bajo el lema “Geografía de la Integración.” Este evento se caracterizó por la incorporación de un importante grupo de colegas brasileños.
2003
Seminarios, publicaciones y el Quinto Encuentro
 
Durante todo el año 2003 se realizaron seminarios y se continuó con la línea de publicaciones, y en el mes de octubre, tuvo lugar en Neuquén, Norpatagonia Argentina, el Quinto Encuentro Humboldt.
 
 
msoB8A91
En el Panel sobre Educación en América Latina presentaron sus ponencias el Prof. Marcelo Francisco Veneziano (Centro Humboldt/ Universidad Nacional de Mar del Plata – Argentina), la Lic. Ana María Liberali (Centro Humboldt/ Unión Geográfica de América Latina), la Dra. Vania Rubia Farías Vlach (universidade de Uberlandia - Brasil), el Prof. Adriano Rovira Pinto (Universidad Austral de Chile) y el Prof. Hirineo Martínez Barragán (Universidad de Guadalajara – México).
msoE0B2F
Disertación del Prof. Vladimir Misetic Yurac, de la Universidad Católica del Norte de Chile (Antofagasta).
 
mso4112E
En la peña de cierre del Encuentro, Mariel Pacheco baila gato con uno de los artistas.
 
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/68D9D8B8D6B24937B2AD85C07E24DFFD@ANA
Luis Felipe Cabrales Barajas, Gerardo Mario de Jong, Elena y Carlota Chiozza en la despedida.
2004
Red Latinoamericana de la UGI y Sexto Encuentro
 
La creación de la Red Latinoamericana de Estudios Geográficos de la UGI
Tanto en el Centro Humboldt, como en la Unión Geográfica de América Latina, creada en Puerto Rico en 1999, la necesidad de darle un lugar a la Geografía en diferentes ámbitos y muy especialmente en el de la educación, se había manifestado tanto en la documentación generada como en las acciones llevadas a cabo. Pero otro de los objetivos de ambas organizaciones, había sido el de dar presencia dentro de la Unión Geográfica Internacional, a la Geografía Latinoamericana.
Y es así como el 18 de agosto de 2004, en uno de los salones del Centro de Convenciones de la ciudad de Glasgow, Escocia, sede oficial del 30º Congreso Internacional de Geografía, se dio formalidad a la creación de la Red Latinoamericana (Latin American Networking) de la Unión Geográfica Internacional (UGI). Al acto acudieron académicos de distintos países de América Latina y de otras partes del mundo. La reunión fue presidida por los doctores José Luis Palacio Prieto (en ese momento Vicepresidente 1ro de la UGI) y Álvaro Sánchez Crispín (por entonces Presidente de la Unión Geográfica de América Latina).
En este escenario, se designó como directora de la red a la licenciada Ana María Liberali, del Centro de Estudios Alexander von Humboldt (Buenos Aires, Argentina). Ana María Liberali se ha desempeñado como presidenta de la Unión Geográfica de América Latina y ha sido organizadora entusiasta de los Encuentros Internacionales Humboldt, que se celebran anualmente en la República Argentina.
La dirección de esta red tendrá a su cargo el enlace central entre ésta y los distintos actores, institucionales y personales, que servirá de base para la comunicación y el estrechamiento de relaciones académicas entre geógrafos de la región y entre éstos y los de otros países que tengan interés en estudiar América Latina. Al momento de su creación, la red contó con la presencia y entusiasmo de cerca de una veintena de profesionales de la Geografía originarios de Argentina, Australia, Austria, Brasil, Canadá, España, México y Uruguay.
 
 
Sexto Encuentro bajo el lema “Más allá de los Noventa”
 
e
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/E9CE1F75358D4EC3AFE086833D915130@ANA
 

 

Más allá de los noventa
 
Omar Horacio Gejo
Jorge Osvaldo Morina
Centro Humboldt
Universidad Nacional de Luján
 
Cuando a mediados de la década pasada se conformó el Centro Humboldt (CeHu ), su creación estuvo vinculada a dos planos efectivos de acción. El primero de ellos, el inmediato, el concreto, lo fue el salir a enfrentar abiertamente a la “Reforma Educativa”, esa burda creación, ese engendro patético que forma parte de una vasta maniobra impuesta por obra y gracia de los organismos de gestión del imperialismo, y cuyo fracaso estuvo inscripto en su propio nacimiento. Desde y para la Geografía, la reforma significaba un doble desafío. En primer lugar, no cabía la menor duda que representaba un ataque a la independencia de nuestra disciplina, tras el desiderátum de una hipotética superciencia social, que no era otra cosa que el desvarío oportuno de la feligresía progresista local, llamada a darle letra al inefable experimento regurgitando el catecismo de Anthony Giddens y su círculo áulico, es decir, de los progenitores de la prematuramente fenecida “tercera vía”, el arrumbado riel del laborismo pos-thatcherista, el del ajado Tony Blair. En segundo lugar, significaba desde nuestra disciplina llevar a cabo una batalla ideológica que confrontara con la imponente campaña propagandística desarrollada durante la década pasada, y que hizo del seudo-concepto de globalización el ariete de esta formidable ofensiva política integral de la burguesía. Y con ello integrábamos, entonces, el segundo plano efectivo de acción, al sumar la actividad intelectual, elemento decisivo, a las tareas de defensa del espacio disciplinar.
 
Los noventa
Las ilusiones de una ideología antigeográfica
 
En el segundo semestre del año 1995, en el marco de un seminario interno, el CeHu trazó un cuadro de situación abarcativo, internacional, tratando de dar cuenta así de la realidad que estábamos viviendo.
 
Como consecuencia de ser un conjunto de personas vinculadas a la práctica de la Geografía Económica desde la década de los ochenta, el esfuerzo intelectual, el tesón cognoscitivo en el centro de estudios era necesariamente una proyección de aquellas especulaciones desarrolladas en esa cátedra universitaria, que había cargado con la responsabilidad de brindar una respuesta materialista al crecientemente prevaleciente reino de la abstracción, como lo era el conjunto de reverdecidas ideas ‘liberales’, convalidadoras de la huera lógica mercantil, tan simplistamente claras expositivamente, como abstrusas desde el punto de vista de elucidar la compleja trama de intereses de la que inequívocamente son sus representantes.
 
 Para una materia como Geografía Económica la realidad argentina era harto propicia para el despliegue de distintas especulaciones. Por ser un caso extremo, el argentino forma parte desde hace tiempo de la galería de excentricidades, siendo una manifiesta aparente disfuncionalidad desde el punto de vista de su aciaga respuesta económico-social hace varias décadas: siete, cinco o tres, dependiendo cada una de estas profundidades temporales de los variopintos enfoques político-ideológicos prevalecientes. No consintiendo con ninguna de estas interpretaciones que, por lo general, están excesivamente enraizadas en fenómenos locales, intentamos superarlas partiendo de nuestro particular enfoque geográfico, lo que implicó contextualizar el caso argentino en un cuadro regional, comprendido y explicado éste, a su vez, en el desenvolvimiento del sistema internacional.
 
Por aquellos años, dijimos, todavía asistíamos al irresistible ascenso de la “Globalización” como ideología. Por ella podían entenderse diversas cosas, pero una era evidente, constituía un mazazo ideológico, pretendidamente conceptual, tendiente a fortalecer la ofensiva política burguesa a lo largo y a lo ancho del mundo, valiéndose, de paso, de una serie de dinámicas imágenes que hacían de la circulación una realidad perpetua. De allí que la terminología de moda enfatizara en el movimiento, la logística y el ‘just in time’, por ejemplo[1]. Pero detrás de estas ‘geografías’ circulatorias se escondía un verdadero manifiesto antigeográfico que era preciso combatir, porque esa era la madre de todas las batallas en aquel momento.
 
Podríamos resumir los supuestos de la globalización, desde una perspectiva geográfica, a partir de unos pocos trazos gruesos pero decisivos. Este macrofenómeno se presentaba como un verdadero divisor de aguas. Su advenimiento implicaba dejar atrás definitivamente todas las coordenadas hasta allí referenciadoras de los acontecimientos. Tanto como que se hablaba de que asistíamos al fin de la historia. Esta nueva época, pos-histórica, estaba engendrada básicamente por la reducción de las distancias[2]. Este era el mecanismo por el que desaparecían todos lo hechos significativos del pasado, llamados a sobrevivir temporariamente, a lo sumo, como meros vestigios, o relictos, esto es como un pasado desactivado, pasivo, desconectado del presente. El sentido de todo esto no era otro que el intento de disolver los planteos problematizadores, producto éstos de las históricas tendencias   generadores de diferenciación material, de desigualdades, y que inevitablemente hallan correspondencia territorialmente.
 
Amparada en una pretendida asepsia, la fuerza de la pos-geografía era supuestamente un producto genuinamente tecnológico, es decir algo así como un omnipresente mecanismo de clonación técnico, en el que el hombre, como ser social, quedaba a un costado. Una fantasía casi prehistórica, indigna del cielo pos-histórico, que no es otra cosa que la ingenua y reiterada ilusión en el progreso apolítico, era la verdadera esencia preñadora de la teoría de las teorías, la macroabstracción, el embuste finisecular.
 
Claro que todo timo, todo embaucamiento, no puede erigirse en el vacío. Gran parte del empuje, de la fuerza del discurso de la globalización, aparte de su lógico y existente asidero, de su amarre real, el constituido por los innegables cambios tecnológicos habidos en los últimos años, encontró un sólido y decisivo sustento en el desmoronamiento de lo que se conoció como el Orden de Posguerra. Esas complejas estructuras que propendieron a un equilibrio inestable durante casi medio siglo, encauzaban las contradicciones de clases, partidos y estados, elementos éstos a través de los cuales se procesa la síntesis histórica. Con la ‘Caída del Muro’, se liberaron distintas fuerzas que son hoy las que están en juego y en pugna y que han hecho que el mentado ‘Nuevo Orden Mundial’[3] diste, y mucho, de haberse materializado, más allá de haber representado en su momento una expresión de deseos y un accesorio no menor de la irrefrenable ofensiva capitalista en pos de su mundo global.
 
Ese Orden de Posguerra se había caracterizado por sus fracturas, por su fragmentación: por la división Este-Oeste, emergente de la confrontación capitalismo-socialismo; por los marcos nacionales como receptáculos privilegiados de la vida económico-política, habiéndose generado en esos cincuenta años casi las tres cuartas partes de los estados nacionales existentes; y por las diferencias marcadas entre el desarrrollo y el subdesarrollo, como la súbita constatación del abismo existente entre los centros, las ex metrópolis, y una vasta periferia, los espacios de la ex colonias, intentando dar sus primeros pasos como países, innegablemente atrasados. Esta geografía dicotómica[4] fue la marca distintiva de esa media centuria. Con todos los reparos que se le podían hacer, implicaba, sin embargo, una materialización, que ahora era pulverizada por el enfoque de la globalización, que oficiaba como una aplanadora, transformando al planeta en una superficie lisa, el ideal para las teoría y los teóricos ‘liberales’[5]. La desaparición del ‘sistema socialista’ decretaba el fin de la liza abierta en 1917 y definitivamente consolidada a partir de 1945-1950. Esa amplia geografía socialista sería objeto ahora de una integración plena al ‘mercado’, lo que impulsaría la restauración capitalista en ella y su plena adscripción a la división internacional del trabajo, el eufemismo desarrollista utilizado habitualmente para describir las desventajas de someterse al Imperialismo.
 Por otro lado, desde hace casi tres décadas se acentúa la presencia del fenómeno transnacional, es decir la creciente inadecuación de los marcos nacionales para dar cuenta de una realidad económica, social, cultural y política agudamente internacionalizada. Detrás de este hecho se mueven varias ideas, todas ellas apañadas de alguna manera por la realidad, pero también todas portadoras de la ideología de la clase dominante: la aparente presencia avasalladora de las empresas transnacionales; la supuesta pérdida de peso específico de los Estados Nacionales; y la pregonada retirada del Estado como un agente constructor de la realidad. En suma, la existencia de una nueva realidad , una realidad signada por la circulación continua, cada vez menos real, cada vez más virtual, caracterizada por la aparición de una economía inmaterial asentada en el sector servicios, que marcaría el ocaso de las sociedades industriales y de todas las teorías del conflicto inherentes a ellas; que estaría más allá de las determinaciones localizacionales y, como punto central, que implicaría la definitiva subordinación de lo político al fetiche de la economía, de esta economía virtual, de esta economía autónoma. De aquí, por supuesto, al crecimiento sostenido, al desarrollo sustentable y a definir a la política como ‘el arte de administrar, para quedar a merced de la cantera de los prohombres del sistema, los emprendedores exitosos[6].
 
 Nosotros hemos destacado tres consecuencias geográficas resultantes de esta interpretación. La primera de ellas es la afirmación de que el capitalismo habría abandonado el período que inició a mediados de los anos setenta, una etapa signada por haberse desinflado el crecimiento de las décadas de la reconstrucción de la posguerra, aquellos años identificados como los ‘gloriosos’, los ‘dorados’. Tras un período de estancamiento e inflación, el aparente relanzamiento de los noventa permitió vincular la ‘inmaterial’ economía de servicios con un salto desconocido de la productividad y la cristalización de éstos en la geografía económica norteamericana, que llegó a caracterizársela como ‘turbocapitalismo’, una especie de versión capitalista neomilenaria, notoriamente más eficiente que las vetustas fórmulas de ‘capitalismo intervencionista’, conocido como ‘capitalismo renano’, ya sea el alemán o su símil asiático, el nipón.        
La flexibilidad del capitalismo anglosajón – por ‘turbocapitalismo’- tenía una certera base material, ya que imponía a los trabajadores el costo de la adaptación permanente al frenesí innovador de los ‘exitosos’ capitalistas norteamericanos[7].
 
La segunda consecuencia es la que, partiendo del reconocimiento de la existencia de un nuevo ciclo expansivo de largo plazo, señalaba la posibildad de una confraternidad entre los capitalismos centrales. Es decir, el crecimiento exuberante abría las puertas para una cohabitación de las capitalistas, hecho que en su versión más onírica plantea el surgimiento de un capitalismo global, algo así como la culminación, la consumación idílica de la trasnnacionalización, mientras que en la versiones menos idealistas encontraríamos la visión del domino mundial omnímodo de los EE.UU., ya sea mediante las hegemonías unipolar, a través de su supremacía politico-militar, o imperial , por medio de un mecanismo más complejo de dominación, que incluiría la seducción decisiva de la faceta cultural.
 
Finalmente, para lo que se había conocido como la geografía del subdesarrollo, la periferia, esta nueva era representaba una oportunidad áurea, única: con precaución desde la segunda mitad de los ochenta, pero con fervor durante los felices noventa, se propagandizó un seudo-concepto, el de los mercados emergentes, que no era otra cosa que un icono del más pueril discurso ‘pro-mercado’, negador absoluto de la realidad
 
Resumiendo: la expansión ilimitada, el adiós definitivo a las crisis; la consecución de la fraternidad universal; y el reparto de la prosperidad y felicidad para los menesterosos, eran los tres fabulosos capítulos de este cuento conocido como globalización.
 
   
Más allá de los noventa
Tras los sueños, regresa la realidad, la Geografía
 
Frente a estos accesos de idealismo vulgar, el Centro Humboldt tituló a su programa de actividades como la “Cuestión Periférica o Periferias en Cuestión”. Esto fue así porque nos parecía crucial, frente a tanto discurso vacío, reponer un piso material de discusión; y esto nos llevó a valernos, entonces, del argumento que blandió la burguesía latinoamericana cuando tuvo que formalizar racionalmente el proceso de industrialización mercado-internista[8]. Pero esto no era tan sólo un reconocimiento conceptual, entendíamos, frente a la opinión prevaleciente, que la periferia asistiría a un período convulsivo, porque tendería a concentrarse allí, en lo inmediato, el cúmulo de contradicciones del sistema mundial, imperialista: exactamente lo opuesto de aquello que se propalaba como la nueva era de los mercados emergentes, del crecimiento sostenido, del desarrollo sustentable y de algunas otras supersticiones al tono.
 
Los Encuentros Humboldt (EnHu), que se inauguraron en 1999, han sido los testigos del despliegue de una simple panoplia conceptual, con la que se acometió la ímproba tarea de batallar contra los lugares comunes que, como hongos después de una copiosa precipitación, brotaban generosamente por entonces.
 
El segundo EnHu, llevado a cabo en Mar del Plata (año 2000), reunió allí la trilogía de conceptos vertebradores de esta batalla dialéctica: “Periferia, Regiones y Países”. El primero de ellos consistía en reinstalar la vieja desventaja posicional antedicha, en la que se encontraba la periferia más avanzada, América Latina, tras la crisis del 30 y la Segunda Guerra Mundial; y que llevó a establecer la necesidad de lo que hoy se denominarían políticas activas, lo instrumentalmente opuesto a las ‘estrategias’ del “piloto automático”[9], por ejemplo, tan usuales en los noventa. Periferia era, entonces, devolver un plano que había estado ausente en los últimos años, comenzando por oponer un atisbo de materialidad al análisis iluso, vacuo de los “neoliberales”. Pero destacar un plano no era geografizar, era apenas un ejercicio geométrico un poco más complejo que el que habitualmente ensayaban los portadores del “pensamiento único”. Por ello, junto a la Periferia aparecía Región. Es que con la región dábamos un salto en el proceso de materialización de nuestra interpretación: a las desventajas posicionales de la periferia, adosábamos las diferenciaciones situacionales que caracterizan a las regiones, cargando así de profundidad temporo-espacial, geográfica al análisis, una característica que el enfoque periférico no posee, que la periferia desconoce. Por fin, la última escala, los países. Precisamente cuando asistíamos impávidos al sonsonete del fin de las naciones, sostener como escalón último de la realidad, y por lo tanto básico, primordial, implicaba asumir los riesgos de ser calificado como un grupo de extraviados en el tiempo. Sostuvimos, empero, entonces, y lo seguimos haciendo hoy, claro, que los países son las geografías mínimas, los espacios que siguen poseyendo la totalidad de los elementos que determinan las coordenadas referenciadoras, los significados de nuestras vidas. Pero esta materialidad vital, sustancial, era tal, sobre todo, porque además devolvía la posibilidad de autonomizar nuestras decisiones frente a la infernal máquina de la globalidad. Era el espacio en el que reaparecía en toda su dimensión un factor estructurante decisivo de la realidad, el Estado. Un aparente convidado de piedra al festín de la ilusión “neoliberal”, y apenas agitado como un fantasma por la ‘oposición’ reformista, que de esta manera le abría las puertas para el inevitable momento de las bancarrotas, cuando el ‘regreso’ del Estado, ahora más ‘social’, ahora más bueno, encubriría el rescate del capital quebrado.
 
Cuando en el Tercer EnHu (año 2001), en Salta, invocábamos “La vuelta de la Región”, ya habíamos enfocado el análisis regional como un indicador inigualable de las crisis que transitábamos y de las que sobrevendrían. Esta vuelta a la región no era cualquier regreso, era un signo inequívoco del estallido de las contradicciones incubadas durante la década del ‘turbocapitalismo’. En el Centro, las megarregiones eran la contracara del enfrentamiento de los imperialismos, eran las geografías resultantes de la colisión de aquéllos, echando por la borda los sueños de un mundo sin fracturas, el destino manifiesto e incruento de la globalidad poshistórica. En la Periferia, en tanto, los desmantelamientos productivos generados por la ‘reestructuraciones’ capitalistas de fines de siglo han operado, en términos generales[10], como verdaderos saltos al vacío, al no a alcanzar a redefinir un curso positivo para incrementar su presencia exportadora, por un lado, y mantener como una tendencia de largo plazo el retroceso, la regresión del mercado interior, por el otro.
 
El Cuarto EnHu , realizado en Puerto Iguazú (año 2202), que llevó por lema “Geografía de la Integración”, específicamente abordó las escasas posibilidades concretas de las megarregionalizaciones, en el contexto de una periferia rezagada como lo es el cono sur de América, un tema que el reformismo agita de cuando en cuando[11].
 
En el Quinto Enhu, en la ciudad de Neuquén (año 2003), por eso “La cuestión nacional” fue el lema. Pues en ella se concentraba la real puja de intereses existente: el país frente a la globalidad; la política frente a la economía; los trabajadores o la burguesía. Es decir, la asunción de una materialidad plena, histórica.
 
Es desde allí que llegamos a la cita cordobesa: “Más allá de los noventa”. Con ella se está significando que se ha comenzado a producir una constatable ruptura respecto de las ‘verdades’ de la década pasada.
 
Desde mediados de los años noventa, y desde una lectura latinoamericana –aunque la región no es la excepción-, se han verificado varias respuestas políticas protagonizadas por las masas, que han contrapuesto su movilización, su presencia en las calles, a la política dirimida institucionalmente, obligando a apurados cambios políticos, procesados, sin embargo, dentro de los límites de la institucionalidad existente.
 
 El levantamiento en Chiapas el primer día de 1994, suele considerarse el punto de partida del conjunto de movimientos que genéricamente se han definido como antiglobalizadores. Ya en el segundo lustro, la crisis se trasladó definitivamente a Sudamérica: Ecuador, Perú, Bolivia y, finalmente, Argentina fueron los epicentros de diversas oleadas de luchas populares coronadas por precipitados cambios de gobierno, despedidos a empellones por rebeliones populares. La eclosión popular decembrina de Buenos Aires, conocida mundialmente como el “Argentinazo”, se constituyó en un paradigma del cambio de humor regional, y más allá también, del agotamiento de la hegemonía discursiva ‘neoliberal’[12]. Pero esta refutación política ha sido parcial, y la mayoría de las experiencias políticas pos-crisis, en general catalogables como centroizquierdistas, prácticamente no han variado el cariz de las políticas aplicadas[13].
 
Podríamos aseverar que asistimos, pues, a cambios gatopardistas, impulsados por la necesidad de fortalecer la política institucional ante la debacle provocada por el auge de los ascensos populares, no encauzados a través de los canales políticos tradicionales, hecho que llevó a la desestabilización y posterior caída de varios ejecutivos en la región. Sin embargo, la envergadura de los acontecimientos, así como su prolongación latente en el tiempo, más cierta renovación en las expresiones políticas populares, cuando no la lisa y llana volatilización del cuadro político tradicional, nos permite afirmar que sí, objetivamente, nos hallamos más allá de los noventa.
 
Pero el lema del Sexto EnHu también tiene otro sentido. Una vertiente mayoritaria de los impugnadores del pasado reciente suele expresar su rechazo a aquél como una oposición al “modelo”, entendiendo por éste al conjunto de las políticas económicas prevalecientes en la década pasada[14]. Estas visiones descargan la responsabilidad sobre el ‘Neoloiberalismo’, asociado a las políticas económicas ortodoxas, caracterizadas por la liberalización comercial y financiera, y la enajenación del patrimonio público. Así reducen el problema a una cuestión técnica. Esto es lo que se ha expresado con aquello de que ‘otro país es posible’, porque ‘otro modelo es posible’ pues ‘otra política económica es posible’.
Lo cierto que así como no es conducente la contradicción globalización-antiglobalización, tampoco es fructífera la contraposición neoliberalismo-antineoliberalismo. Y no lo es, por la sencilla razón de que lo que se define como neoliberalismo es una fórmula estéril para analizar lo que ocurre en la región. Habitualmente se identifica al neoliberalismo con la pérdida de peso específico del Estado, tanto como que en algunos casos llega a hablarse de la deserción a la ausencia de él. Pero aducir la retirada del Estado para concluir que nos enfrentamos al capitalismo salvaje, o al mercado en estado puro, es un profundo desconocimiento conceptual de las características de la actual fase por la que atraviesa el capitalismo, y una ceguera por no registrar concretamente sus manifestaciones cotidianas, donde lo que se observa es que como pocas veces se ha visto una intervención tan abierta. Hablar de neoliberalismo en estos términos es no entender al capitalismo imperialista: en él la intervención es de carácter estructural. Además, es rehuirle a la cuestión su verdadera entidad, es decir, retacearle su contenido social y político.
 
Por otro lado, no convenimos en aceptar remitir la debacle de nuestra región al período de supuestos desaciertos de políticas ortodoxas. Nuestro enfoque establece para la región un período de declinación más extendido en el tiempo que el que habitualmente se concede. La región se ha conformado históricamente como una periferia. Esto ha determinado su inherente incapacidad para integrar y soldar su mercado interior, además de la consabida dependencia para acceder al mercado mundial. La crisis del treinta y el descerrajamiento de los intentos de industrialización, seguidos de un tránsito sinuoso conocido como desarrollismo, para desembocar en el neoliberalismo, no constituyen una mera anécdota. Este derrotero es, por el contrario, el acabado retrato de los límites de un ‘estilo de desarrollo’, sí; de un ‘modelo de desarrollo’, también; pero que ante todo describe los propios límites de la clase sobre la que recae la responsabilidad de protagonizarlos[15].
Pero a esta debilidad intrínseca –en términos generales- de toda periferia, Latinoamérica le ha sumado desde la posguerra el carácter de rezagada, es decir aquella que se encuentra con incesantes dificultades para defender una relativamente precaria presencia en el mercado internacional. Esto denotaría el fiasco de su ‘big-bang’ industrial local, por un lado, más una incierta colocación de sus productos tradicionales primarios. En esta situación, el concurrente retroceso del mercado interno no ha hecho otra cosa que coadyuvar con el debilitamiento de los países constitutivos de la región, circunstancia que explica el alza de la inestabilidad política, adjudicada ahora metafísicamente a la debilidad institucional local.
 
Es por eso que entendemos que Latinoamérica, como geografía capitalista, afronta una crisis estructural que encuentra sus razones en la deficiente adscripción al sistema mundial, y esto nos lleva a reafirmar la plena validez del lema de la cita humboldtiana cordobesa que es, a la vez, culminación de un camino y punto de partida del que tras ella reiniciaremos.
 
 
msoFBED4
Los Profesores Claudio Caneto y Raúl Mercado (destacados docentes de la provincia de Córdoba), la Lic. Ana María Liberali, el Lic. Humberto Voltolini y el Prof. Omar Gejo (autoridades del Centro Humboldt), durante la apertura del Encuentro
 
mso72FFC
En primer plano, César Betancor, de la República Oriental del Uruguay
 
 
mso366BE
La Dra. Vania Rubia Farías Vlach, de la Univversidad de Uberlandia (Minas Gerais – Brasil), durante el dictado de su conferencia.
mso64B3D
Participaron colegas de Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Bolivia, Colombia y México.
 
 
 
 
 


[1] No es extraño, por lo tanto, que el Japón, que reunía supuestamente estas características, fuera lanzado al estrellato del desarrollo, desconociendo algunos elementos básicos de su experiencia socio-económica, que contradecían manifiestamente los discursos en boga. Por eso en una temprana aproximación a los problemas geográficos del desarrollo, el caso japonés fue abordado en esa cátedra de Geografía Económica, confrontándose la experiencia nipona con la brasileña. Los conceptos de Centro-Periferia jugaron allí un papel determinante para discernir las notorias diferencias de desarrollo entre uno y otro caso. Frente a la formación nacional desarrollada japonesa, que ejecutó una inserción activa en el mercado mundial, la respuesta de la formación nacional brasileña, de una experiencia muy larga de plena inclusión en el comercio internacional, no superó jamás el umbral de un posicionamiento periférico, con una manifiesta proclividad a la marcada subutilización de su vasta cantera de recursos., un rasgo característico de una estructura capitalista no desarrollada. El ejercicio comparativo no se agotaba simplemente allí, sino que estaba dirigido a preparar el terreno para el tratamiento de la cuestión argentina , comenzando por desmitificar la por entonces luminosa historia oriental, así como también realizar un primer análisis del gigante sudamericano, llamado a cumplir una función descollante en los acontecimientos locales.  
[2] Por la ‘virtual’ desaparición de las distancias, lo que en buena medida transformaba a la nueva era también en pos-geográfica.                                    
[3] El Nuevo Orden Mundial significaba la mentada hegemonía unipolar norteamericana. Tras la implosión de la Unión Soviética, en los primeros momentos arreció esta idea de un mundo norteamericanizado, donde los EE.UU. cumplían la función de supremo garante del nuevo estado de cosas.
[4] Estas dicotomías se hallaban exageradas. Ni el ‘sistema socialista’ estaba abstraído del sistema mundial, ni los nuevos Estados Nacionales podían escapar al haber nacido con el arrastre histórico de su malformación congénita en tanto colonias, y enfrentar a un sistema de relaciones establecidas, Imperialismo, que había presiddo su formación como colonias y que determinó su existencia ‘independiente’ como neocolonias. Finalmente, y por lo que acaba de definirse, la contraposición Desarrollo-Subdesarrollo, expresaba un intento de encubrir los alcances de una cabal comprensión del desarrollo, aislando las dos situaciones, desconociendo algo como el desarrollo desigual y combinado.
[5] El superministro de economía la dictadura brasileña, Antonio Delfim Netto, un hombre polémico y de ocurrente verba, en un reciente reportaje concedido al matutino La Nación, de la ciudad de Buenos Aires, hizo gala de su militante desarrollismo emprendiéndola sin demasiadas concesiones con los ‘liberales’: “…en la teoría liberal no hay montañas, no hay ríos, no hay agujeros negros. Si el mundo fuera limpio como esta mesa, el liberalismo funcionaría perfectamente”. (NCeHu 1293/04).
[6]Una de las fantasías más hilarantes es aquella que proclama ‘urbi et orbi’ la necesidad de banqueros centrales independientes. Algo insólito por donde se lo mire, pero repetido hasta el hartazgo y perseguido como fin plausible por los organismos de gestión financiera del imperialismo. El ‘modelo’ no sería otro que el del inefable y eterno Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal estadounidense, una especie de oráculo para los adoradores de las finazas y para los aduladores de los financistas. Este hecho demuestra que una fútil idea con un poco de viento a favor puede hacer escuela. Es de reconocer, sin embargo, el irreverente menosprecio que esta gente siente por el ridículo.
[7] Durante la primera parte de la década del noventa, sobre todo, existió algo así como una puja de modelos entre el capitalismo anglosajón, tildado frecuentemente de ‘salvaje’, de malo y el llamado capitalimo renano, conocido como la versión ‘humana’, buena. Ya en la segunda mitad de la década, esta ‘contraposición’ ha ido perdiendo vigencia. Europa occidental, un teatro privilegiado del Estado de Bienestar, por ejemplo, se está convirtiendo en uno de los escenarios clave de la ofensiva patronal en busca de la competitividad perdida, decidida por lo tanto a acabar con las prerrogativas adquiridas por los trabajadores a lo largo del siglo pasado (NCeHu 1389/04 )
[8]El papel de principal ideólogo le cupo al argentino Raúl Prebisch, que desde la CEPAL teorizó sobre la modalidad periférica del capitalismo latinoamericano. No era extraño que a un intelectual argentino le correspondiera tamaña responsabilidad, pues nuestro país encabezaba las tareas de industrialización luego de haberse cerrado la etapa de exportación primaria exitosa que durante sesenta años había construido la estructura más avanzada sudamericana.
[9] Luego del lustro de haber reinado como superministro de economía de Carlos Saúl Menem, Domingo F. Cavallo fue reemplazado por el presidente del Banco Central, Roque B. Fernández. Fue éste el que popularizo aquello del ‘piloto automático’, una imagen que pretendía dar cuenta de la fortaleza y estabilidad de su economía y de la plena validez del ‘libre funcionamiento’ de los mercados.
[10] Es evidente que el Este de Asia, por ejemplo, no puede ser comparado con Africa, ni tampoco, en buena medida, con América Latina.
[11] La mayoría de las posiciones de centroizquierda han adherido con fervor a las campañas de regionalidades por construir, bajo el supuesto de que es la economía de escala la piedra de toque que resolverá las tribulaciones nacionales latinoamericanas. Esto se asemeja bastante a los consabidos mecanismos de fuga, que suelen oficiar como subterfugios para soslayar las tareas más perentorias aquí y ahora, las inacabadas tareas de la construcción nacional. Este escalón es saltado, al tiempo que no se explica porque tendría éxito la estrategia en un marco ampliado habiendo fracasado estrepitosamente en aquel otro.
[12]Debe recordarse que nuestro país fue durante la última década del siglo pasado el epítome de la servidumbre al recetario de los organismos de gestión imperialista, el Fondo Monetario Internacional (F. M. I.), el Banco Mundial (B. M.) y el Banco Interamericano de Desarrollo (B.I.D.), y esto fue oficialmente reconocido por estas agencias de gestión, que hasta el año 1998, cuando comenzaría la larga recesión que desembocaría en diciembre de 2001, ponían al argentino como uno - si no él - de los ejemplos del sistema internacional.
[13] Claro que hay diferencias marcadas entre los distintos ensayos nacionales. El proceso venezolano, por ejemplo, evidentemente no puede asimilarse a las respuestas ecuatoriana (Lucio Gutiérrez), boliviana (Carlos Mesa) o brasileña (Lula). Para ver distintas perspectivas de los gobiernos ‘progresistas’ latinoamericanos puede consultarse un aporte del uruguayo Raúl Zibechi en NCeHu 1325/04.  
[14] En algunos casos se extiende el período de hegemonía de dichas políticas a más de un cuarto de siglo, como han sido los casos chileno y argentino. En este último, el programa económico del 2 de abril de 1976, encabezado por José Alfredo Martínez de Hoz, es considerado la piedra basal del ‘neoliberalismo’ criollo.
[15] Esto es lo opuesto a discutir sobre las bondades de las distintas técnicas de administración contable, o achacar los ‘infortunios’ a los excesivos costos laborales, hechos que para los ‘expertos’ constituirían las causas motrices del abortado despegue regional.

 

2005
Libro Geografía(s) de América Latina y Séptimo Encuentro
 
Libro Geografía(s) de América Latina
En el mes de marzo de 2005, el Centro Humboldt edita el libro Geografía(s) de América Latina, junto con la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la Unión Geográfica de América Latina y la Red Latinoamericana de Estudios Geográficos de la UGI (Unión Geográfica Internacional).
La compilación estuvo a cargo de la Lic. Ana María Liberali (Argentina) y del Dr. Álvaro Sánchez Crispín (México). Allí se publicaron artículos de geógrafos argentinos, mexicanos, brasileños y chilenos. Y para el prólogo se contó con el Dr. José Luis Palacio Prieto (UGI/ Universidad Nacional de México).
Este trabajo fue presentado en el X EGAL (Encuentro de Geógrafos de América Latina) realizado en la ciudad de Sao Paulo (Brasil).
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/4697A00A9E8842D892915B8E3BE1892A@ANA
 
Séptimo Encuentro Humboldt
Se realizó en el mes de setiembre en la Villa de Merlo, provincia de San Luis – Argentina, bajo el lema “América Latina en el Sistema Mundial”
 
 
AMÉRICA LATINA EN EL SISTEMA MUNDIAL.
Una crisis estructural
 
Prof. Omar Horacio Gejo
Lic. Jorge Osvaldo Morina
 
Centro Humboldt
Universidad Nacional de Luján

 
 Durante la década pasada asistimos impávidos a la reposición con inusitada vehemencia de los antiguos eslóganes de la "economía de mercado". Uno de los motivos esenciales para ello, qué duda cabe, lo constituyó el fin del "sistema socialista". Con él se desató una descomunal ofensiva ideológica que allanó la triunfal marcha de la catequesis "pro-mercado".  Y América Latina, nuestra geografía, fue entonces el escenario privilegiado de la cruzada de la vulgaridad mercantil[1]. Argentina, en particular, fue uno de los dilectos abanderados de la campaña en favor de las "reformas estructurales", el eufemismo noventista, la versión edulcorada, pretendidamente positiva, de los desgastados -cuando no denostados y resistidos- "ajustes estructurales" de los ochenta, el epítome de la cartilla terapéutica de las agencias de gestión del imperialismo, el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.) y el Banco Mundial (B.M.). Los resultados están a la vista. El rotundo fracaso -anunciado por cierto- ha horadado y resquebrajado aquel monolítico discurso que se abrió paso a tambor batiente por aquellos años. La "ortodoxia", por lo tanto, ha perdido peso específico, acuerdo general, consenso; el mismo que ha ido ganando, por el contrario, la "heterodoxia", que está retornando, hasta cierto punto, con algunos bríos[2].  
 El presente trabajo abordará la problemática de la región latinoamericana confrontando, como es lógico, con la visión tradicional, ortodoxa, en retirada, pero también cuestionaremos la nueva orientación, en vías de constituirse en paradigmática, la de recambio, la que podría resumirse en la acepción de "neodesarrollismo"[3].
 
La ideología de la globalización 
Los noventa fueron el epicentro de lo que se ha denominado "globalización", una nueva era, que como toda nueva época llegó para instalarse definitivamente y producir un corte neto entre ella y la que le precedió; un verdadero divisor de aguas, un antes y un después, la "historia" dejando atrás a la prehistoria, o aun algo más provocador, yendo más allá de la historia. En diversos trabajos hemos enfrentado, valiéndonos de nuestro modesto arsenal interpretativo, estos postulados que calificamos, sin ambages, como declarada y descaradamente antigeográficos (Gejo y Morina, 2004; Gejo, Liberali y Morina, 2001; Gejo y Liberali; 2001).
A nuestro entender, la globalización puede resumirse en unas pocas ideas clave desde una perspectiva geográfica. La primera de ellas, engendradora del resto, es aquella que anuncia el fin de la etapa recesiva o estancacionista de la economía mundial, abierta desde fines de los sesenta o principios de los setenta. Ese período de casi dos décadas se habría dejado atrás en los años noventa con la irrupción de una "nueva economía", menos industrial, menos material, con una tendencia inmanente al crecimiento continuo. Se habrían abolido, por lo tanto, los ciclos económicos. Si bien esta visión esmerilaba la materialidad de la realidad, la que en el límite de la audacia era transformada en virtualidad, la avasallante proclamada inmaterialidad terminaba, sin embargo, referenciándose, anclándose geográficamente en la aparente hegemonía indisputada norteamericana de la posguerra Fría.
La segunda idea, consecuencia de ésta que acabamos de presentar, es la que presumía la probabilidad de una especie de condominio capitalista fraternalmente universal, que cabalgaría sobre la briosa marcha de esa economía de crecimiento rápido y sostenido: era el capitalismo transnacional consumado, expresado como global, sin nacionalidad. Es decir, a  la puja Este-Oeste le habría sucedido, o le sucedería, esta entente de los capitalismos centrales, desarrollados.
Por último, una tercera pieza en este renovado tablero del entrante milenio era la desaparición de las categorías problematizadoras de las desigualdades inherentes al desarrollo del capitalismo. Es que se postulaba que esta nueva etapa dorada daría cabida plena, por fin, a aquellas realidades nacionales hasta aquí desdichadas. Las nociones de periferia, de dependencia y hasta de subdesarrollo, entonces, dejaban así de existir en la práctica. Como un fenómeno paralelo, como consecuencia de este sueño, se propaló desde fines de los ochenta la idea de los mercados emergentes, una gruesa concesión a los hipotéticos beneficios del automatismo mercantil, condición ahora aparentemente suficiente para el logro del desarrollo[4]. Era evidente que el propósito central de estos desatinos no era otro que el de enterrar el concepto geográfico de imperialismo[5].
Trasladando estos burdos planteos al caso latinoamericano, la conveniente y congruente receta argüía la necesidad de una absoluta inserción de la región en el mercado mundial -como si esto no fuera una realidad tangible ya, histórica-, allanando esta vía por el fértil expediente de una abrupta "mercantilización" de su vida, ensayo al que propendían las mentadas "estructurales" reformas.
 Nuestra posición al respecto es clara y sencilla: no se puede analizar a América Latina al margen del sistema económico-político mundial; y es  esta integración sistémica, y capitalista, en su correspondiente fase imperialista, el insoslayable punto de arranque para la comprensión de su problemática y de sus manifiestos visos de insustentabilidad.
 
Una participación comercial marginal irresuelta
Uno de los objetivos básicos de las “reformas estructurales” era el devolverle competitividad a las economías nacionales de la región. Por ello debía entenderse, entre otras cosas, el escalar posiciones en el comercio internacional, indicador supremo, según este credo, de la capacidad de una economía para desenvolverse.
Ateniéndonos a cifras del año 2002, América Latina, tras una década larga de aplicación extendida de la mentada pócima rejuvenecedora[6], sigue constituyendo una región de participación acotada, limitada, en el comercio mundial. Para ese año, en su conjunto la región apenas superaba la vigésima parte de él, siendo su registro exacto 5,4% de las exportaciones mundiales, equivalente a 350.300 millones de dólares[7].
Encabeza la participación regional México, que con 160.700 millones de dólares prácticamente araña el 50 % de ella (Véase el cuadro Nº 1). Con estos números alcanza a ubicarse en el puesto número trece de los exportadores mundiales, un lugar asombroso para un referente latinoamericano. Luego le siguen Brasil, con 60.400 millones de dólares, el 0,9 % del comercio mundial (puesto 27); Venezuela, con 26.900 millones de dólares, el 0,4 % (puesto 40); Argentina, con 25.400 millones de dólares, también con el 0,4 % (puesto 42) y Chile, que con 18.300 millones de dólares es el 0,3 % (puesto 45). Esto cuatro países representan, respectivamente, el 17,2 %, el 7,7 %, el 7,2 % y el 5,2 % de la participación del conjunto regional[8].
Cuadro Nº 1: La marginalidad latinoamericana (1990-2002)
 
PAÍSES
2002
miles de millones
de U$S
2002
PM%
1990
PM%
2002
PR%
1990
PR%
México
160,7
2,5
0,8
45,9
27,7
Brasil
60,4
0,9
0,9
17,2
21,4
Venezuela
26,9
0,4
0,6
7,7
11.9
Argentina
25,4
0,4
0,4
7,2
8,4
Chile
18,3
0,3
0,3
5,2
5,7
 
 
4,5
3,0
83,2
75,1
Fuente: O.M.C. (2003) / CeHu.
 
Si nos remontáramos a 1990 como punto de partida de los mentados cambios, el ejercicio comparativo sería ilustrativo de la situación comercial regional: estos mismos cinco países aparecerían como los únicos representantes dentro de las cincuenta economías más dinámicas mercantilmente. Como una excepción en cuanto a su evolución se hallaría México, ya que siendo el país 26 en ese año ha avanzado trece puestos en el período, pasando de 27.700 millones de dólares a los ya mencionados 160.700 millones de dólares de 2002, y de su lejano 0,8 % al actual 2,5 % de significación internacional, catapultándose del 27,7 % de la región al ya conocido 45,4 %. Por supuesto que esta performance encuentra su explicación en la articulación de su economía con el mercado estadounidense, el que ha oficiado de norte absoluto para las exportaciones mexicanas[9]. Una situación no fácilmente reproducible para el resto de las economías de la región.
Por lo tanto, los años noventa no han representado cambio alguno para la participación de la región en el comercio internacional, a excepción del peculiar caso mexicano. La estatura mundial de la participación regional, por ende, sólo puede caracterizarse como marginal y, como veremos, se podría hablar de ella como de un verdadero piso, dando cuenta así del mínimo casi histórico en el que se encuentra. 
 
Una declinación de larga data
En el cuadro Nº 2 puede observarse la evolución del comercio internacional de los siete países de la región con mayor participación comercial. Se trata de la historia económica moderna al abarcar más de 130 años, involucrando desde el último tercio del siglo XIX a la actualidad. En él pueden observarse distintos cortes temporales, la mayoría referentes significativos. Observamos en el comienzo de la serie, por ejemplo, el arranque mismo del proceso de constitución de lo que ha dado en llamarse el mercado mundial; sigue 1913, como la antesala de la Primera Guerra Mundial; luego 1929, señalando la Gran Crisis, llamada a ser un parteaguas; después 1950, momento de cambio tras la Segunda Guerra y el advenimiento de la guerra de Corea; más tarde 1973, año de la crisis del petróleo, imputada como la bisagra frente a la larga onda de crecimiento de la posguerra; finalmente, dos registros: uno para el inicio de la década del 90 y el otro, el de cierre, a la sazón, hoy.
Cuadro Nro 2: Una larga declinación (1870-2002) (en porcentajes del comercio mundial)
PAÍSES
1870
1913
1929
1950
1973
1992
2002
Argentina
0,6
2,8
2,8
1,9
0,6
0,3
0,4
Brasil
1,5
1,7
1,4
2,2
1,1
1,0
0,9
Chile
0,5
0,8
0,9
0,5
0,2
0,3
0,3
Colombia
0,3
0,2
0,4
0,6
0,2
0,2
0,2
México
0,5
0,8
0,9
0,9
0,4
0,7
2,5
Perú
0,5
0,2
0,4
0,3
0,2
0,1
0,1
Venezuela
0,3
0,1
0,5
1,5
0,8
0,4
0,4
Total
4,2
6,6
7,3
7,9
3,5
3,0
4,8
Fuente: Maddison (1997) / O.M.C. (2003) / CeHu
Las observaciones del cuadro son obvias. Se ve la expansión regional que culmina hacia 1929, que cierra así la etapa primario-exportadora exitosa, que tendrá sin embargo una prolongación, parcial, hasta 1950. Y decimos parcial porque atinge sólo a Brasil, Venezuela y Colombia, debiendo interpretarse este fenómeno como los estertores del viejo programa oligárquico de desarrollo, el que durante las dos décadas que van entre la Crisis y la Segunda Guerra tuvo en estos tres países las ventajas situacionales de unas acrecentadas necesidades de abastecimiento por parte de los Estados Unidos.
Pero a partir de allí queda patéticamente retratada la dramática caída de la participación de las exportaciones regionales, que llegan a ser a comienzos de los noventa apenas un tres por ciento del total mundial, y que marca el registro más bajo de toda la serie. De allí a la actualidad, al rebote, limitado, circunscripto al repunte de la evolución exportadora de un solo país, México, encadenado a la demanda estadounidense.
 Agregaríamos nada más que tres apreciaciones. Es impactante el derrumbe de Argentina: su participación relativa ha caído siete veces desde los años treinta. También es interesante constatar el retroceso de Brasil desde los cincuenta y su falta de respuestas en los últimos veinte años. Y de conjunto, con estos dos ejemplos, es evidente la falta de participación mundial activa del proceso de industrialización en la región. Aparece en toda su magnitud allí la “restricción externa” de una industrialización dependiente de los debilitados ingresos del sector primario, amurado por las modificaciones del mercado internacional.
 
El oscuro contexto de posguerra (1948-2002)
En el cuadro Nº 3 se puede observar la crucial evolución del comercio internacional a lo largo de algo más de media centuria, la segunda parte del siglo XX, la etapa en que hemos visto se produce una clara regresión comercial regional. Veremos ahora aquí el trasfondo de aquella declinación.
Cuadro Nº 3: El oscuro contexto de Posguerra ( 1948 – 2002 )
 
48
53
63
73
83
93
2002
Mundo en miles de millones de U$S
58,0
83,0
157,0
578,0
1835,0
3.752,0
6.272,0
EN PORCENTAJES
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Eu. Occ.
31,0
34,9
41,0
44,8
39,0
43,7
42,4
Asia
13,8
13,2
12,6
15,0
19,1
26,3
25,8
Am. Norte
27,5
24,6
19,4
17,2
15,4
16,8
15,1
Am. Latina
12,3
10,5
7,0
4,7
5,8
4,4
5.6
Eu. C/O.
6,0
8,2
11,0
8,9
9,5
2,9
5,0
Or. Medio
2,1
2,1
3,3
4,5
6,8
3,4
3,9
África
7,4
6,5
5,7
4,8
4,4
2,5
2,2
Fuente: O.M.C. (2003) / CeHu
Debe tenerse en cuenta, ante todo, el cuadro geoeconómico y geopolítico de ese período. Se asistió en lo inmediato, tras la Segunda Guerra, al esfuerzo de reconstrucción de Europa Occidental por parte de los Estados Unidos, frente al desafío de la constitución de la Europa Oriental socialista. Poco después, tras el año 1949, los sucesos de China, de Corea y, finalmente, de Vietnam hicieron que Asia también se transformara en otro escenario primordial del período. Así, las reconstrucciones de los capitalismos centrales europeos y japonés resultaron en dos décadas los hechos definitorios de la futura circulación económica internacional y de la transnacionalización del último tercio del siglo pasado (Hobsbawn, 1999; Gejo, 1995).
En este cuadro de situación nos encontramos con el incremento sostenido de la participación comercial central, desarrollada, entendiendo por esto a la sumatoria de Europa Occidental, América del Norte y Asia, que de un 72,3 % en 1948 llega a 83,3 % en 2002. Estos once puntos de ganancia de las regiones centrales los ha cedido el mundo periférico, es decir, la conjunción de América Latina, África, Medio Oriente y Europa Oriental.
En la esfera central es digna de mencionar la caída relativa de América del Norte, hecho que refleja el re-posicionamiento de las otras dos regiones desarrolladas, en particular Asia. De todas maneras, el retroceso productivo-comercial de Estados Unidos no puede analizarse al margen de la indiscutida primacía que esta economía mantuvo al encabezar la transnacionalización, proceso que naturalmente desconcentró, en términos norteamericanos, la geografía capitalista desarrollada, beneficiando, ante todo, la eclosión de la potencialidad asiática de la posguerra. Un comentario ulterior, complementario, lo merece la reconfiguración geoeconómica al interior del espacio asiático: allí la declinación británica también dejó sus huellas[10].
Con respecto a la periferia, la zona de nuestra referencia, los números son dramáticamente elocuentes: América Latina y África juntos representaban casi el 20 % de las exportaciones mundiales (19,7 % exactamente) en 1948; en el año 2002, únicamente 8% (7,8 %, para ser más precisos), lo que implica una caída del 60 % en términos relativos. Para decirlo polémicamente, al parecer de una lectura desprevenida, la historia independiente de África ha sido una ruina comercialmente hablando; y la industrialización sustitutiva de importaciones en América Latina casi otro tanto[11].
 
América Latina frente al “regionalismo” imperialista
Nos adentraremos ahora en el seguimiento de las tres áreas centrales del capitalismo en su evolución en los últimos cuarenta años. Es decir, nos centraremos en pleno proceso de “transnacionalización”, de consolidación de las geografías capitalistas desarrolladas. Apuntamos a reconocer allí dos elementos determinantes de estos acontecimientos: 1) la densidad creciente de los denominados bloques, comprendiéndolos como la expresión geográfica de los imperialismos concretos; y 2) la extrema desconexión periférica de estos circuitos de demanda concentrada, primordiales, básicos para la expansión de las periferias, de los capitalismos periféricos. Utilizaremos para esta tarea el cuadro Nº 4.
Cuadro Nº 4: América Latina frente al regionalismo imperialista (1963 – 2002)
A)                                                                                                            Europa Occidental
 
X
M
X
M
Europa Occidental
64,1
56,1
67,3
67,3
Europa Oriental
4,0
4,2
6,3
6,5
Europa
68,1
60,3
73.6
73,8
América del Norte
8,8
13,9
10,2
7,3
Asia
7,6
7,0
7,8
11,3
Centro
84,5
81,2
91,6
92,4
África
7,7
7,6
2,5
2,8
Oriente Medio
2,5
4,3
2,6
1,6
Latinoamérica
4,5
6,2
2,1
2,0
Periferia
14,7
18,1
7,2
6,4
 
Japón
 
X
M
X
M
Asia
34,9
28,2
45,5
48,4
América del Norte
30,2
35,6
30,7
19,7
Europa Occidental
13,3
10,0
10,0
14,4
Europa Oriental
3,3
2,7
0,7
1,4
Centro
81,7
76,5
86,9
83,9
Oriente Medio
3,2
11,2
2,7
12,1
África
6,3
3,9
0,9
1,7
Latinoamérica
5,8
8,4
2,5
2,6
Periferia
15,3
23,5
6,1
16,4
 
B)                                                                                                            América del Norte
 
 
X
M
X
M
América del Norte
35,4
34,3
40,3
24,8
México
2,7
2,5
10,5
10,1
Am.Norte + Méx.
38,1
36,8
50,8
34,9
Asia
17,6
15,9
21,5
34,0
Europa Occidental
27,6
24,3
17,9
19,8
Europa Oriental
1,1
0,4
0,4
0,2
Centro
84,4
77,4
90,6
88,9
América Latina
9,6
14,4
5,6
5,5
Oriente Medio
1,9
1,8
2,1
2,6
África
3,5
3,8
1,2
1,8
Periferia
15,0
20,0
8,9
9,9
Fuente: O.M.C. (2003) / CeHu.
 
Y comenzaremos por el caso europeo occidental. Puede verse en él nítidamente el papel creciente del propio bloque o región para el fenómeno comercial, sobre todo al hablar de las importaciones. En la práctica casi ¾ partes de su comercio exterior se desarrolla al interior de Europa, quedando establecida una tendencia al incremento del peso específico de Europa Oriental, apuntando, probablemente, a restablecer una conexión histórica intra-europea, bloqueada por la Revolución Rusa y por su proyección a Europa Oriental tras la Segunda Guerra Mundial. Si se lleva la mirada un poco más allá, quedará en evidencia que la vinculación intra-central –o interdependencia de los centros- expresa más del 90 % de la realidad comercial europea. Concomitantemente, aparece en toda su magnitud la envergadura del retroceso de la periferia, que pasó de representar casi el 20 % de las importaciones euro-occidentales hace 40 años a significar hoy simplemente algo más del 6%, una caída en términos relativos apabullante, superior al 60 %.
El segundo caso que analizaremos es el de Japón, que es el último de los capitalismos centrales derrotados reconstituidos y el más dependiente de las importaciones de materias primas, a priori una ventaja para las periferias.
Los números, empero, refuerzan lo visto para el ejemplo europeo. Se consolidan las cifras del comercio internacional con un impresionante vuelco hacia la importación en su propia área de influencia, un fenómeno digno de ser estudiado en profundidad: en cuarenta años hay casi 16 puntos de avance asiático en las importaciones niponas; movimiento que es padecido, evidentemente, por Estados Unidos, el principal responsable de la reconstrucción del capitalismo oriental insular.
Pasando a la observación de la relación con la periferia, los registros no dejan lugar a duda alguna. La caída de las importaciones desde las regiones no desarrolladas es constatable, siendo profunda tanto en América Latina como en África; no así, sin embargo, con Medio Oriente, el proveedor petrolero por excelencia de la economía asiática. La factura petrolera se mantiene intacta, incólume, lo que define claramente a la matriz consumidora japonesa. Alguna palabra adicional merece el caso de las exportaciones japonesas a la periferia. Allí la declinación  es aún mayor, lo que delata el hundimiento de los mercados no desarrollados en los últimos años, y la falta de adaptación del imperialismo nipón en zonas donde sus multinacionales no han sentado sus reales [12]
Por último nos queda el caso norteamericano, de suma importancia para nuestra región, por constituirse en el imperialismo de referencia. Aquí también notaremos las tendencias vistas para los ejemplos anteriores, claro que con algunas modificaciones. La circulación intra-central luce incontrastable, constituyendo el 90% del comercio norteamericano. Es remarcable además el enclaustramiento exportador de esta región central, hecho que no se verifica en las importaciones por la notoria dependencia de los productos asiáticos[13].
En cuanto a la relación con la periferia nuevamente es abrumador lo acontecido. Para las importaciones, por ejemplo, éstas caen 10%, desde 20% a menos de 10%. En particular, es América Latina la gran perdedora, al reducirse su participación efectiva un 9%, una colosal declinación que casi da cuenta en su totalidad de la pérdida efectiva del conjunto de las periferias.
 
A modo de resumen 
Nuestra región tiene una participación marginal en el comercio mundial; ella no se ha modificado durante los años de la “transformación”, los de las “reformas estructurales”.
Ahora bien, esta marginalidad no es nueva y forma parte de una tendencia temporalmente profunda, ya que desde la Crisis del 30, o desde fines de los años cuarenta, ha sido el signo prevaleciente. Ese contexto de posguerra ha consolidado la primacía central y la decadencia de las regiones periféricas, sobre todo de aquellas que no han podido jugar el papel de retaguardias activas en el proceso de conformación de los bloques, fenómeno este último que no es otra cosa que el resultado de la renovada puja interimperialista, llevada al plano material, concreto.
En estas condiciones, hablar de “crecimiento sostenido”, de “desarrollo sustentable” y de algunas otras futilidades sólo indica desconocimiento cuando no encubrimiento.
 En América latina siguen estando a la orden del día, por lo tanto, las transformaciones estructurales. Claro que le damos a “estructural” un sentido diferente al utilizado por los propagandistas sistémicos y que, por ende, también re-significamos aquello de las “reformas”, escala de los cambios que creemos que queda estrecha al confrontarla con las reales necesidades de la historia en general, y de la nuestra en particular.
 
Bibliografía citada
BEINSTEIN, Jorge (1999): “La larga crisis de la economía global”. Corregidor. Buenos Aires.
CALLONI, Stella y Du Crot, Víctor Ego (2004): “Recolonización o independencia. América Latina en el siglo XXI”. Norma. Buenos Aires.
Centro Humboldt (2003): Estadísticas Geoeconómicas. Serie Informes, nº 3. Buenos Aires.
DOS SANTOS, Theotonio (2004): Neodesarrollismo ¿hacia dónde vamos? , en www.rebelion.org
GEJO, Omar (1995): “Sistema y Economía Mundiales”, en Benítez, J; Liberali, A y Gejo, O. Estructura Económica y Comercio Mundial. Ediciones Pharos. Buenos Aires; pp. 77-142.
GEJO, Omar y LIBERALI, Ana (2001): Globalización y regionalización. Algo más que una contradicción aparente. En Anuario de la División Geografía 2000-2001. Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján, pp. 187-201.
GEJO, Omar; LIBERALI, Ana y MORINA, Jorge (2001): Los Límites de la globalización. En Actas del Octavo Encuentro de Geógrafos de América Latina. Santiago de Chile. En CD, pp.316-322.
GEJO, Omar y Morina, Jorge (2004): Más allá de los noventa. Boletín del Centro de Estudios Alexander von Humboldt. Año 7, nro. 11. Buenos Aires, pp. 3-11.
HOBSBAWM, Eric (1999): “Historia del siglo XX”. Crítica. Buenos Aires.
MADDISON, Angus (1997): “La economía mundial 1820-1992. Análisis y Estadísticas”. Perspectivas OCDE. París.
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO (2003): “Estadísticas del comercio internacional 2003”. Ginebra.
 
 
 
 
 
 
Expone el Prof. Juan José Berolino, de Villa Mercedes (San Luis). A su lado la Dra. Brisa Varela (de la Universidad Nacional de Luján). Modera el Lic. Santiago Böndel, de la Universidad Nacional de la Patagonia (Comodoro Rivadavia - Chubut).
msoBAF82
 
 
La Lic. Ana María Liberali (Centro Humboldt – Argentina) junto con los humboldtianos mexicanos Dr. José Omar Moncada Maya, Dr. Álvaro Sánchez Crispín y Dr. Álvaro López López (de la Universidad Nacional de México).
mso3A3B7
 
  
CENA DE DESPEDIDA del 7mo Encuentro
 msoD916C      
Ana María Liberali, Omar Gejo y Martín Benítez (Buenos Aires – Argentina)
 
 
msoF1F72
Fátima Alí y Florencia Canestro (Mar del Plata – Argentina)
 
 
mso6288
José Milton Lago (Brasil)
 
  
mso7202E
Ampelio Liberali y Nelly Sensini (Buenos Aires – Argentina)
 
 
msoFC1E4
César Bentancor (Uruguay), Horacio Bozzano (La Plata – Argentina) y Carmen Varela Araya (Chile)
 

 
2006
LIBRO LA ARGENTINA COMO GEOGRAFÍA y Octavo Encuentro
 
Libro La Argentina como Geografía. Ciclos Productivos y Población (1530-1990).
 
 
 
 
Octavo Encuentro
El “retorno” de la política
 
Por Omar Horacio Gejo
Centro Humboldt/ UNLu
 
Política y geografía
 
Ya no es extraño escuchar acerca de la crisis de la hegemonía discursiva ‘neoliberal’. Comentarios por el estilo son aludidos frecuentemente en charlas de entendidos, pero también en pláticas de aquellos que no lo son tanto.
Para el Centro Humboldt una aseveración de este tipo no constituye una novedad; muy por el contrario, el citado debilitamiento ideológico se contextualiza en la actual etapa que transitan sus Encuentros oficialmente desde 2004, cuando a la reunión de Villa Carlos Paz se la convocó bajo el lema de “Más allá de los noventa”. Ese llamado tenía un claro sentido de dividir aguas, dando por hecho que estábamos en un momento distinto al de la última década del siglo pasado, la que quedó absolutamente igualada al omnímodo dominio de la ofensiva burguesa que, si bien es bueno reconocer que databa de unos veinte años antes, se desató furiosamente tras la caída de los regímenes de Europa Oriental. Este agudo ataque a las condiciones materiales de vida de los trabajadores fue acompañado por una impronta subjetiva aplastante, que supo conocerse como “pensamiento único” y que demostró palmariamente, al unísono, la fuerza y la debilidad de las ideas. La fuerza, porque como pocas veces hemos podido constatar la pertinacia ideológica blandiéndose impune e impúdicamente, oficiando como un ariete devastador de las desordenadas y aturdidas resistencias a la ofensiva política que, en aquel tiempo, se enseñoreaba, valga la paradoja, como el tiempo de la no política. Y al mismo tiempo la debilidad, porque el desarme conceptual de la oposición demostró cómo las ideas de aquella vulnerable oposición eran esmeriladas hasta una casi paralizante invisibilidad.
El Centro Humboldt nació a mediados de 1995, podría decirse que cuando aún los bríos de la ‘globalización’ permanecían intactos. Y en cierta medida eso era lo que ocurría. Sin embargo, esa descripción de aquella realidad es un tibio ajuste a los hechos.Enverdad,lacreacióndelCeHudebe ser enmarcada en una temprana reacción ideológica a los estímulos de las vivificantes respuestas que los pueblos, las masas, los trabajadores comenzaron a descargar ya en el transcurso del primer lustro de la última década del siglo pasado. Ya hemos descripto en otras oportunidades cómo la sublevaciónzapatistadeenerode1994resultóunaguijónefectivo para las adormecidas conciencias de los “intelectuales”. Digamos, entonces,quelafundaciónmisma del Centro Humboldt fue un producto de aquel temprano “retorno” de la política, de aquel memorable ejemplo de resuelta acción política protagonizada por uno de los sectores más marginados de la nación mexicana.
Los Encuentros Humboldt, en tanto, demoraron cuatro años en aparecer. Con ellos tratamos de desarrollar una consecuente línea de resistencia a aquel conjunto de ideas que se erigían como el ‘paradigma de época’. Frente a ese ‘pensamiento único’ y unidimensional, de tono centralmente economicista, que no titubeamos en calificar de verdadero manifiesto antigeográfico, opusimos la reposición de algunos conceptos que habían sido relegados ostensiblemente hasta parecer definitivamente olvidados. Las reuniones de Mar del Plata (año 2000), de Salta (año 2001), de Puerto Iguazú (año 2002) y de Neuquén (año 2003) testimoniaron el despliegue ideológico que el Centro Humboldt –con su modestia de recursos de todo tipo a cuestas- puso en juego para desbaratar la inconducente trama de vulgaridades apañadas por la genuflexa cofradía de rendidos a la ‘realidad’ finisecular. Con “Periferia, regiones y países”; con “La vuelta de la región”; con “Geografía de la integración” y con “La cuestión nacional”, los humboldtianos trazamos una línea demarcatoria entre la geografía y la antigeografía. Es decir, frente a la seudo-teoría de la globalización y todos sus postulados derivados, establecimos una tajante distinción entre la geografía y el retintín vulgar de sesgo economicista que todo lo permeaba, que todo lo teñía, que todo lo confundía. Vale la pena aclarar que nuestra acción no se limitaba a tratar de endicar –por así decirlo- la marejada de la unilateralidad discursiva mencionada, ya que si bien definíamos a ése como el principal escenario de batalla nunca dejamos de percibir que el pensamiento único no era tal, que había ‘alternativas’ ideológicas en desarrollo en aquel contexto, y que tales construcciones conceptuales se desenvolvían alrededor de lo que definíamos como discurso de cuño sociologizante, que no era otra cosa que el reflejo ideológico de la construcción de una ‘oposición’ o ‘alternativa’ sistémica, construcción apenas aparentemente superadora del credo oficial, pero que tendía a agrupar, a nuclear a algunos de los descontentos.
En todos estos llamados latía el sentido del retorno, de la vuelta, de la reposición de viejas verdades que habían sido sometidas a la pertinaz corrosión de la ofensiva político-ideológica noventista. Era, entonces, fundamentalmente, un volver hacer pie frente al tembladeral en que se había convertido el terreno de las ideas tras el feroz vendaval de aquellos años. Y si bien puede interpretarse ese desarrollo como un movimiento defensivo, debe quedar claro, reitero, que su verdadero significado supera esa primera impresión, pues el conjunto de los llamados hasta el quinto EnHu también oficiaron de una ‘apertura de juego’, no tan sólo de mero bloqueo. Y esto ha sido así porque, esencialmente, el Centro Humboldt era en sí mismo producto de una respuesta política.
 
Geografía y política 
Los años noventa, los lineales, los felices, los apacibles han representado en realidad algo distinto de lo afirmado por la edulcorada versión oficial. Es un hecho comprobado que detrás de un pronosticado crecimiento continuo, sin resuello, uno encuentra en aquel decenio una tupida línea de quiebres, de crisis financieras por ejemplo, que cubrieron la geografía planetaria. Lejos de estar exentos de sobresaltos, esos años estuvieron jalonados de sucesos convulsivos -financieros, sí, pero también políticos-en la periferia en mayor medida, aunque presentes, de todas formas también en el llamado capitalismo central. Es decir, no hubo expansión continua ni estabilidad política garantizada, como afirmaban los vocingleros portavoces, recitadores del apadrinado unicato ideológico.
En Latinoamérica, por ejemplo, asistimos a una cadena de movilizaciones e insurrecciones que marcaron el período definitivamente. Una región sobre todo, Sudamérica, que había accedido a la “democracia” con el correr de los años ochenta, vio jaqueados a varios de los regímenes políticos engendrados en aquella oleada democratizante que se conjugó en clave regional tras la declinación de los regímenes represivos incubados al calor del desarrollo del frente regional americano de la Guerra Fría -abierto éste luego de la revolución cubana de fines de los cincuenta-, y que se enmarcaron asimismo en el giro regresivo, concentrador, de los procesos de industrialización que la región desenvolvía desde los años treinta y cuarenta. Ese “desarrollismo represivo” dejó el lugar, finalmente, a la apertura democrática, la carta estratégica que esgrimió el imperialismo en el marco de su cruzada “antitotalitaria”.
Es así como, con un desarrollo desigual durante los noventa-en realidad desde fines de los ochenta si uno toma al “Caracazo” como punto de partida-, sobre todo en la segunda mitad, se sucedieron remezones en escala que llegaron a tumbar a varios gobiernos. A la aludida Venezuela, le siguieron los casos de Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina para nombrar a los más notables. En particular, el “Argentinazo” fue una representación simbólica concentrada de una crisis que recorrió prácticamente toda la región. Esta crisis, sin dudas, fue el resultado del callejón sin salida al que había conducido el ‘modelo’ ‘neoliberal’, o en su aspecto más restrictivo, casi técnico-burocrático, el hoy desdibujado “Consenso de Washington”. Dejamos constancia, empero -vale para ello el llamado al VII EnHu- que nosotros parcialmente validamos esta apreciación, pues definimos la situación de América Latina como de una crisis estructural, que va más allá de los fallidos intentos de ‘reinserción’ del último cuarto de siglo acaudillados por su declinante burguesía, y que son frecuentemente estigmatizados por el confuso mote de experimento ‘neoliberal’.  
Sin embargo, Latinoamérica no ha sido un caso aislado. Otra región periférica la acompañó como coprotagonista de la inestabilidad. Medio Oriente, una región caliente, fue desde la mitad del siglo pasado un testigo privilegiado de las contradicciones sistémicas. Portadora del vital recurso energético, el control que de él ha hecho Occidente ha sido producto de una serie de regímenes represivos que han oficiado de guardianes del orden regional. Este dispositivo se ha basado en la presencia vigilante y estabilizadora de ciertos estados: Irán, Turquía, Arabia Saudita y, fundamentalmente, Israel. Con ellos, el petróleo fue puesto bajo control de las petroleras occidentales y de sus estados habilitadores entre 1950 y 1980.
Pero en las últimas tres décadas muchas cosas han cambiado. Tras la Guerra de los Seis Días (1967), la rotunda victoria militar israelí recrudeció el calvario del pueblo palestino, la víctima predilecta de la creación de la entidad política sionista. Desde esa guerra la causa nacional palestina se potenció, generándose una confrontación abierta entre Israel y las distintas facciones del movimiento nacional palestino. La agresión israelí al estado del Líbano en la segunda mitad de los setenta sólo constituyó la prueba evidente del abismo que se abría entre la supervivencia de la entidad política sionista y los derechos nacionales del pueblo palestino, y la invasión del Líbano en 1982, que determinó la presencia israelí como ocupante del sur de ese país durante dieciocho años, lo confirmó plenamente.
Esa agresión al Líbano desencadenó, en buena medida, el curso futuro de los acontecimientos del conflicto en la región. Claro que ello no podría entenderse sin el vuelco fundamental que emerge de la volcánica revolución islámica iraní de 1978-1979. El abatimiento del régimen represivo modernizante del Sha, uno de los custodios de Occidente, uno de los gendarmes del imperialismo, generó un fulminante reposicionamiento en toda la región. La inmediata larga guerra iraquí-iraní (1980-1988), con un Saddam Hussein cebado por sus entonces aliados occidentales, quitó legitimidad a uno de los pilares del Frente del Rechazo, la relativa coordinación de estados árabes reacios a los acuerdos de paz de “Camp David” (la negociación piloteada por EE.UU. luego de la Guerra de Octubre de 1973), una manifestación palmaria de la decadencia e impotencia irreversibles del nacionalismo burgués árabe, que le daba así la espalda casi definitivamente a la causa nacional palestina.
Por otro lado, reorientó decisivamente la puja ideológico-política al interior del movimiento nacional palestino, en el que los herederos de la tradicionalmente conservadora Hermandad Musulmana –Hamas-se harían con el control efectivo de él al calor de las intifadas de 1987 y 2000, tras la declinación de la histórica dirección de Al Fatah bajo el liderazgo de Yasser Arafat. También debe mencionarse, y hoy más que nunca, la presencia del radicalismo islámico de raíz iraní al interior de la resistencia del sur del Líbano. Forjada palmo a palmo en la lucha contra el ocupante sionista, la dirección de ese movimiento (Hezbollah) acaba de erigirse en una virtual jefatura nacional libanesa luego del reciente y fulminante conflicto de casi un mes de duración y que culminó con la derrota política de Israel. 
Por último, tal vez ya desde mediados de los años setenta, pero firmemente con el correr de los ochenta, la monolítica coalición de poder de Arabia Saudita ha registrado fisuras. Un sector de la burguesía saudita, de la que Osama Bin Laden es el emergente, salió al cruce de la férrea alineación con EE.UU. por parte de la familia reinante, la monarquía clave en el Golfo. Afganistán primero, y la Guerra del Golfo después, fueron los escenarios principales donde se desarrolló la fractura de la clase dominante en Arabia Saudita, hecho que aun perdura y que catapultó al encumbramiento político al fundador de Al Qaeda.
Es sobre este terreno, y ante todo en el marco de la extraordinaria reconfiguración geopolítica y geoeconómica internacional, resultado de la lanzada restauración capitalista en el vasto espacio euroasiático, donde debe racionalizarse la opción de hierro elegida por el imperialismo: el rediseño del mapa de Medio Oriente a través de la agresión permanente, esto es, mediante la materialización de la doctrina de la guerra preventiva.
En síntesis, rebeliones en Latinoamérica y guerras en Medio Oriente acabaron con la ilusión fukuyamista de la idílica paz infinita de los mercados consumados. La economía de los noventa, una economía con mayúsculas que subordinaba a la política a una especie de gestión estratégica administrativa dio paso entonces a la irrupción vehemente de la política –ahora ella con mayúsculas- que lo abarca todo o casi todo, como la suprema instancia en la que la libertad sigue expresándose como la inevitable precondición para la acción humana.
Por todo ello, si es que la política ha “retornado”, y si lo ha hecho además como debe ser, como geografía, sólo cabe darle la “bienvenida”.
750F711F
2007
Encuentro Humboldt en Brasil
 
 
IX ENCUENTRO HUMBOLDT
Por primera vez el Centro Humboldt lleva su encuentro anual fuera de territorio argentino.
El elegido fue Brasil, concretamente la ciudad de Juiz de Fora en el estado de Minas Gerais. En este país un importante núcleo de miembros del Centro Humboldt ha comenzado a trabajar mancomunadamente desde tiempo atrás.
 
 
8905505
 
 
Juiz de Fora es una pujante ciudad intermedia que se destaca por ser un importante centro cultural
Omar Gejo (Argentina), Martín Benítez (Argentina), Joao Boas Simoncini (Brasil) y Ana María Liberali (Argentina)
 
 
 
Ardua labor de Telma Souza Chaves y Dionea Belcavello de Oliveira
 
 
 
Joao Boas Simoncini presenta a la banda que conmovió al público durante la apertura
 
 
 
 
 
 
 
Gerardo Mario de Jong (Argentina) durante su conferencia magistral
 
 
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/042EB623540B4E348D0C3F076F6A3470@ANA
Nathan Belcavello de Oliveira (Coordinador - Brasil), Hortensia y Adriano Rovira (Chile)
 
Adriano Rovira Pinto (Chile) – Omar Gejo (Argentina) y Adáuto de Oliveira Souza (Brasil)
 
 
Nathan Belcavello de Oliveira (Brasil) – Martín Benítez (Argentina) – Joao Boas Simoncini (Brasil)
 
Carla Nunes y Jussara Mantelli (Brasil)
 
 
Claudemira Azevedo Ito (Brasil) – Lidia Soria y Beatriz Goldwaser (Argentina)
 
 
 
 
Un prestigioso ballet nos ofreció en el cierre una Geografía de Brasil
a partir de las danzas representativas de cada región
 
 
2008
10mo Encuentro
 
 
El Centro Humboldt, la globalización y la geografía
Prof. Omar H. Gejo
 
A mediados de la década pasada se conformó el Centro Humboldt. Este hecho fue producto, como es lógico, de una compleja trama de circunstancias, entre las que cabe hacer notar el peso decisivo del vuelco de expectativas generado por el comienzo del fin de la euforia finisecular hasta allí imperante, consistente ésta, básicamente, en la apología del capitalismo globalizado [1].
Precisamente, la organización humboldtiana en la Argentina surge como un intento de confrontar conceptualmente con los supuestos de la presumida nueva etapa, signada, definida, determinada por la globalización[2]. Todos sus primeros pasos se encaminaron a dar la batalla a esta omnipresente interpretación que entendíamos que constituía un embuste y era, además, decididamente, un manifiesto antigeográfico. Así, la revista Meridiano, en su primer número, en agosto de 1995, blandía una esclarecedora respuesta de la conservadora The Economist, que colocaba en su lugar a los afiebrados seguidores del nuevo culto, y que estaba sustentada en una abierta y clara reivindicación de la Geografía [3]. Con este antecedente dimos a conocer el rumbo que elegíamos: defensa a ultranza de la geografía como punto de apoyo para derrotar la vulgaridad reinante, la de los globalizadores, tanto en su versión ortodoxa economicista como en el enfoque heterodoxo sociologizante, a menudo presentado este último como progresista. Para este último, sobre todo, acopiamos algunos materiales, siempre de fuentes inobjetables, es decir reconocidamente sistémicas, que reprodujimos a través también de Meridiano[4]. No hubo tregua pues para unos, pero tampoco tuvieron resuello los otros, los posaban de opositores, los que se presentaban como una falsa alternativa.
En resumen, sería imposible escindir la creación y construcción del Centro Humboldt al margen de aquel contexto, del que éramos plenamente partícipes conscientes.
 
- Enfrentando a la "Globalización"
Una de las primeras tareas que el Cehu llevó a cabo, por lo tanto, fue la de establecer un cuadro de situación que diera cuenta de aquella realidad que enfrentábamos. El análisis de la globalización, por ende, nos distrajo cierto tiempo. Este seudoconcepto, de fulminante desarrollo, lo abarcaba casi todo. Superficialmente implicaba una geografización, pero en lo profundo, en lo esencial consistía en una tajante negación de las bases mismas de la geografía. Y como el manifiesto antigeográfico que era, por lo tanto, no podía ser más que una burda tergiversación conceptual de la realidad, un fallido abordaje de la problemática del presente.
La globalización era presentada como una divisoria de aguas. En términos históricos representaba una nueva época; en términos geográficos implicaba la dramática reducción, cuando no la desaparición, de las distancias. Producto de la revolución científico-tecnológica el pasado era pasado definitivo, intrascendente y la fricción del espacio también estaba llamada al ocaso irreversible. El mundo se transformaba así en un mundo virtual. Pero detrás de estas ensoñaciones se movía el carácter fundamental de esta imposición, la supuesta disolución de los mecanismos históricos de diferenciación material que, aparentemente, habían dejado de actuar milagrosamente por obra y gracia de la fenomenal mutación tecnológica de las últimas décadas.
Por supuesto que un factor aun más gravitante que el salto tecnológico para esta formidable ofensiva ideológica era el derrumbe del orden de posguerra, hecho que trastrocó definitivamente casi medio siglo de un determinado equilibrio que involucraba a naciones, regiones y clases. Este orden, surgido tras la segunda guerra mundial, estuvo signado por las diferenciaciones y desigualdades. En cuanto a la política internacional se conformó en base a un mundo bipolar, bajo la tangible división este-oeste, que se sobrellevó hasta la caída del muro berlinés a fines de los años ochenta. A nivel estatal, este período fue el gestor definitivo de la estatalidad nacional, ya que en su transcurso se triplicaron los estados nacionales existentes, fruto del desenvolvimiento de los procesos de descolonización que involucraron a las ex geografías coloniales de las potencias europeas, por entonces asumiendo su declinación por el advenimiento de la hegemonía estadounidense. Desde el punto de vista económico, la dicotomía desarrollo-subdesarrollo fue el telón de fondo de esa media centuria, señalando, claramente, las pronunciadas diferencias socioeconómicas entre el capitalismo avanzado y el mundo capitalista rezagado, aquel conformado por las zonas de las ex colonias europeas.
La globalización, en este sentido, vino a zanjar este mundo de diferencias, y si no hizo desaparecer las desigualdades por lo menos las desproblematizaba. En primer lugar, la desaparición del bloque del este, comunista, dejó abierto el horizonte a un único sistema, el capitalista, quedando planteado entonces el desafío de la absorción por parte del "mercado" de la inmensa geografía euroasiática del socialismo. En segundo lugar, la consolidación del fenómeno transnacional erosionó los marcos nacionales, relativamente impenetrables en la etapa previa, señalando las cuestiones de la integración productiva, de la reducción efectiva de las soberanías nacionales y de la pérdida de vigencia de los instrumentos clásicos de planificación político-económica. En tercer lugar, finalmente, y no tan sólo por la sumatoria de las dos característica previamente descriptas, la desaparición de las categorizaciones problemáticas, ya que el mercado mundial volvía a ser identificado plenamente como una oportunidad y no como un obstáculo [5]. Una consecuencia directa de esto fue la irrupción del concepto de mercados emergentes, que reflejaba plenamente la renovada ilusión en el desarrollo espontáneo [6].
La globalización se presentaba, entonces, como una ruptura taxativa respecto del pasado y, además, como un fenómeno inevitable. Estas dos características aunadas la muestran claramente como "ideología", entendiendo por esto un intento de reinterpretar el mundo desde el poder, tendiente a quebrar estratégicamente a la resistencia de los explotados, a incrementar la opresión material baja la daga del terrorismo intelectual [7]. Este escenario reforzaba el instrumentalismo, es decir, el tecnocratismo, y este papel degradante le cupo, en gran medida, a los economistas, portadores de una especie de ciencia suprema. 
 
- La Cuestión Periférica
Desde el Cehu, a partir de este análisis, se decidió un curso de acción concreto, enderezado a reintroducir cordura frente al frenesí globalizador, tan insustancial y deletéreo como rabiosamente lesivo del abecé de la geografía. Había que dotar de materialidad al dominio irrestricto de la abstracción, pues ese era el legado fundamental de la pretenciosa cosmovisión de fin de milenio.
 Así nació "La cuestión periférica o Periferias en cuestión", un programa de actividades decidido con el fin de restablecer la discusión geográfica, articulando al paso los desperdigados esfuerzos de los geógrafos de carne y hueso.
Como primer tarea se produjo una revisión de la globalización. Esta fue redefinida mediante una conceptualización previamente utilizada, la "transnacionalización madura"[8], cuyas implicancias más evidentes eran la aceleración de los cambios, la imposición inevitable de la escala mundial como marco comprensivo de los fenómenos y la necesaria impronta espacial de estas mutaciones. Por último, como corolario de lo antedicho, y directamente concernido por el título del programa de actividades, sostuvimos que estábamos en presencia de una etapa donde las periferias se hallaban sometidas a una presión como, tal vez, jamás antes se había visto. En otras palabras, asistíamos a una profundización de la internacionalización, que reforzaba la unidad de los procesos - claro que no la unificación, fútil idea transmitida por la cantinela globalizante- así como también agudizaba la diferenciación, las desigualdades.
La transnacionalización madura, pues, refrendando el carácter sistémico de los procesos de diferenciación territorial, convalida tanto la categoría periferia como la categoría región, y sobre todo esta última, ya que siendo una especificidad concreta, superior, puede dar cuenta de ciertas connotaciones territoriales (heterogeneidad situacional) que la periferia (heterogeneidad posicional) no alcanza a vislumbrar, a discernir.            
 
 
 
Transformaciones de trascendencia social y regional
hacia la caída del Imperio Bizantino: desarrollo mercantil,
origen del capital industrial y cambios regionales
Copia de IMG_1664
por Gerardo Mario de Jong
 
Diversas transformaciones puestas en evidencia con el surgimiento de procesos de desarrollo acelerado en países como China, India, Brasil, Rusia y el SE de Asia, producidos en forma paralela a la decadencia de los otrora pujantes países del ámbito del Atlántico del Norte, aquellos que no sólo fracasaron en la conformación de un mundo unipolar (posterior a la guerra fría), sino que actualmente enfrentan su propia decadencia, ameritan un espacio de reflexión.
La decadencia es evidente en términos económicos y políticos en el caso de EEUU: el déficit fiscal y la deuda externa más grandes del mundo, la caída del dólar como moneda de referencia (día a día, países y sectores económicos muy importantes de la economía mundial tratan de despegar sus activos financieros de la moneda de la otrora súper potencia), son manifestaciones de la transformaciones en curso. Europa occidental, la UE, que quedó pegada desde la llamada segunda guerra mundial al entonces poderoso empuje económico, político, militar, tecnológico y cultural de la naciente potencia, divaga ahora entre tremendas dificultades relacionadas a sus necesidades energéticas apenas satisfechas por potencias ajenas, las restricciones de los mercados para sus productos (muestra de su ineficiencia económica), sus conflictos culturales con los inmigrantes cuyo ingreso alguna vez fomentaron. Teles problemas la obligan a hacer concesiones y actuar como policía menor de los EEUU, con el único propósito de sentirse protegida por el paraguas de armas de destrucción masiva de la decadente potencia con frustradas aspiraciones unipolares.
Frente a estos comentarios, vale la pena hacer un paralelo con otra gran potencia venida a menos hace ahora 600 años: el imperio bizantino. Su caída significó cambios tremendos que la historiografía europea occidental ha tratado de minimizar, pero que, entre otras cosas, tuvo su impacto en el surgimiento de la revolución industrial. El actual mundo del las potencias del norte de Europa y el Atlántico norte, en tanto esa pujanza económica se trasladó a las colonias del capital industrial en el norte de América del Norte, tuvo su origen en la decadencia (principios del siglo XIII) y posterior caída del imperio centrado en Constantinopla (a mediados del siglo XV, el 29 de Mayo de 1453 cayó esa ciudad). Paradójicamente, en oposición de lo que nos ha hecho creer la historiografía europea occidental, la decadencia de ese imperio tuvo como punto de partida a las acciones de las áreas feudales subdesarrolladas de Europa Occidental para apropiarse de las riquezas que un modo de producción mercantil, con una industria naciente y en crecimiento, sustentaba un poder político y una organización social pujante. Los errores de conducción económica cometidos por los emperadores bizantinos a partir del siglo XII, en pos de acrecentar su poder político, condujeron a la destrucción de la base material construida meticulosamente desde el siglo IV; luego de la caída de Roma. Es decir que, pasados ocho siglos, los aludidos cambios trascendentales producidos a nivel político y económico dieron lugar a la caída del poderoso imperio. Ese análisis puede arrojar luz acerca de las formas de pensar las transformaciones recientes.
En vista de lo dicho, parece conveniente analizar las condiciones que dieron lugar al surgimiento del imperio que la historia ha denominado Bizantino, iniciado como Imperio Romano de Oriente. Sería conveniente un minucioso trabajo acerca de las razones que llevaron al emperador Constantino a fundar la “nueva Roma”, a partir de la ya existente pequeña ciudad de Bizancio, y a los hijos del emperador Teodosio a dividir definitivamente el Imperio Romano en el año 395, el de Oriente con capital en Constatinopla (Arcadio) y el de Occidente con capital en Roma (Honorio).
Las condiciones políticas, económicas y sociales que produjeron la consolidación de Imperio de Oriente, como tal, fueron muchas. No obstante y fundamentalmente, la sólida base material que se tradujo en la riqueza que lo caracterizó (más allá de sus muchas crisis políticas), fue muy diferente a la del decadente modo de producción esclavista de occidente. Mientras que en Roma, en el momento de la caída definitiva de esa gran capital en manos del germano Odoacro en el año 476, supuso el fin del imperio (retorno a los primeros tiempos pos revolución agrícola), en el de Oriente se consolidaba una economía mercantil asentada en la pequeña propiedad rural y en una pujante actividad artesanal que, con los años, daría lugar a una incipiente industria, tal como se comentará.
Mientras en la parte Romana del imperio, a partir del siglo III, los terratenientes volvían a sus tierras ante el colapso de la vida urbana y sometían a sus ex-esclavos a servidumbre (ya no se podían hacer cargo de ellos), en la parte helénica del imperio los campesinos libres para producir y comerciar aseguraban una base material al nuevo Estado. Este proceso daría lugar, en occidente, a una forma de producir (a la que sólo cabe el nombre de evolución decadente del modo de producción esclavista) que se ha definido en la historia como feudalismo, en el que los excedentes generados por los siervos de la gleba, además de alimentar la economía de sus señores, admitían la flexibilidad de comerciar sólo cuando aparecía el adquirente del bien disponible. Hasta el siglo XIII, el asalto a otras regiones y la apropiación de las riquezas de otras sociedades se transformó (como en los tiempos inmediatamente posteriores a la revolución agrícola), en un método bárbaro, usual en su aplicación por parte de los señores feudales.
En el área helénica, por lo contrario, un campesinado poseedor de sus tierras concretó excedentes que hicieron posible el mantenimiento de la sociedad urbana de la época con la existencia de un conjunto de ciudades pujantes que no desmerecían a la gran capital, Constantinopla, célebre por sus riquezas. Nicea, Trebisonda, Antioquia, Tesalónica, Damasco, Jerusalén y Alejandría son ejemplos de ese mundo urbano que retornaba artesanías hacia las áreas rurales (armas, instrumentos de labranza, papel –que fue conocido hacia el siglo VI-, etc.). Otras ciudades de menor jerarquía completaban un sistema urbano que tampoco desmerecía a los sistemas urbanos actuales. Hacia los siglos VII y VIII cayeron ante las invasiones árabes las tres últimas ciudades mencionadas, pero la influencia territorial, económica y política de Bizancio aseguró el funcionamiento del conjunto urbano. Largas rutas comerciales unían a ese conjunto con Persia, Samarcanda, Ceilán, India, Eritrea, Zanzíbar, Crimea, Kiev, Novgorod, Gotland y los asentamientos pseudo urbanos ubicados sobre el mar Báltico. Las rutas hacia Europa occidental eran marginales en ese esquema, siempre que se exceptúen las posesiones bizantinas del sur de Italia, la isla de Sicilia y los Balcanes. La eficiencia militar y el control del arma secreta del “fuego griego”, cerraron el esquema de poder.
Obviamente, el comercio no se mantuvo o consolidó sólo en base a los productos agropecuarios, a cuya generación contribuían Tracia, Asia menor, los valles fértiles de los ríos Eufrates y Tigris, Palestina y Siria, así como también el valle del río Nilo, poderoso proveedor de trigo. Una actividad artesanal acorde con el desarrollo urbano, según se mencionó, concurrió hacia el aludido intercambio.
Un papel fundamental en ese sentido fue el conocimiento y desarrollo de la tecnología de la seda a partir del siglo VI, que dio lugar la pujante producción de telas basadas en el hilado de esa fibra. Completaba el panorama de intercambio la tecnología naviera que dio lugar a un eficiente sistema de transporte y al control militar del Mediterráneo, el “mare nostrum” de los bizantinos. El dominio de las rutas hacia Zanzíbar, Ceilán e India por el océano Indico, a partir del mar Rojo, fue posible también en base a esta tecnología. Para cerrar este párrafo referido a la base económica bizantina, cabe mencionar que, hacia los siglos IX y X, la fabricación de tejidos de seda había adquirido un franco perfil industrial: la reproducción de estos tejidos podían encuadrarse perfectamente en la segunda figura de la mercancía, es decir, en el intercambio mercantil basado en bienes reproducidos sistemáticamente. Atenas, Tesalia, Sicilia y las ciudades costeras de Asia Menor se habían constituido en centros de esa actividad, la que se desarrollaba en talleres estatales, que empleaban grandes cantidades de operarios (obreros). Había nacido la industria, en una época anterior y en un lugar distinto a Flandes (siglo XVII). La seda, como mercancía reproducible, tuvo especial significación para la consolidación de las rutas comerciales bizantinas. Probablemente no fue la única mercancía reproducible que estimuló el intercambio mercantil, pero fue sin duda la manifestación de las transformaciones en la base material que consolidaba a Bizancio.
Pero ese orden económico y social había de cambiar: dos hechos se conjugarían para ello. Uno, muy importante, fue la concesión del manejo del comercio a los marginales venecianos en el siglo XI, quienes actuaron con un criterio extractivo en el manejo de las relaciones comerciales (parecido al esquema del comercio con América que instauró España), muy distinto al comportamiento de los comerciantes bizantinos que protestaban por las ventajas otorgadas a Venecia. El otro, en parte consecuencia del primero, fue la toma de Constantinopla por la cuarta cruzada en 1204, que no sólo produjo el saqueo de las riquezas culturales y materiales acumuladas durante nueve siglos, sino que tuvo un impacto económico temible (contra todo lo que se ha dicho en la historiografía occidental, fue esa toma por parte de los subdesarrollados europeos occidentales la verdadera caída del Imperio Bizantino). El efecto económico estuvo relacionado a la redistribución de la tierra entre señoríos feudales controlados por señores de occidente, lo cual destruyó la base agrícola imperial mediante el sometimiento a servidumbre de los campesinos (no obstante, cabe mencionar que algo de esto venía sucediendo como consecuencia de ciertas concesiones de tierras a terratenientes bizantinos como forma de pagar servicios militares).
El otro hecho remarcable para esta caída económica y política fue el absoluto control del comercio que exigió el dogo de Venecia como pago de la participación de su flota y ejercito en la toma de la ciudad más desarrollada del mundo contemporáneo, hecho que acentuó el rol ya desempeñado por los venecianos a partir del siglo XI.
Las rutas comerciales, manejadas alternativamente por venecianos y genoveses a partir de la “restauración” del “imperio” a partir de 1264, fueron definitivamente cortadas por la caída del imperio en manos de los turcos, incluida Costantinopla, a partir de mediados del siglo XV.
Es decir que, a partir de esa época, los estados europeos occidentales se preocuparon por inventar alguna otra forma mercantil, o símil de la misma, para lograr concretar el desarrollo al que aspiraban. Mientras las ciudades Estado italianas sufrían las consecuencias del corte de las relaciones mercantiles que habían heredado de Bizancio, los empobrecidos reyes españoles y portugueses buscaban su salida del conflicto coyuntural mediante la navegación: hacia el oeste los españoles; hacia Asia, circunnavegando África, los portugueses. Y así, ellos decían que “comerciaban” con América. Es un tipo de comercio muy particular que no se ejercía en los términos de la primera figura de la mercancía, ya que no se puede hablar de valores equivalentes, de bienes con distintos niveles de disponibilidad, cuando uno de los términos de la relación tiene un trabuco apuntando a su pecho. La exacción abarcó materias originales de América, alimentos, germoplasma y, sobre todo, oro y plata; todo ello a cambio de chucherías, espejitos, vidrios de colores, armas y tejidos que algunos europeos occidentales había comenzado a fabricar en imitación de las industrias de oriente a partir del siglo XIII. El crédito de las exportaciones americanas de los siglos XVI a XVIII todavía está pendiente de pago. A estos hechos la historiografía europea occidental los ha llamado “expansión del capitalismo mercantil europeo hacia el resto del mundo”; dicho de otra manera, la mundialización o primera globalización del modo de producción capitalista: una ingenuidad mayúscula.
La mirada eurocéntrica occidental ha soslayado, en general, la sustancia de esta parte de la historia e ignorado la importancia que tuvieron en la aparición del capitalismo industrial en el norte de Europa, en particular en Flandes durante la primera mitad del siglo XVII y en Inglaterra durante la segunda mitad de ese mismo siglo. Es decir, el mensaje que proyecta hacia el presente la más notoria y significativa transformación del modo de producción mercantil (con una naciente industria en el oriente del mediterráneo, a la que se debe el poder económico de Bizancio) hacia un capitalismo industrial que mundializó las relaciones sociales de producción (nacido en el norte de Europa), en la medida que los cambios en el uso y manejo de la energía (en torno a los nuevos procesos industriales), obligó a vastas áreas del planeta a proveer insumos para esa naciente industria energéticamente potenciada. El mundo y sus regiones, las relaciones de dependencia, las posibilidades de desarrollo, fueron distintas a partir de la caída, no prevista, de Bizancio en 1204.
En ese desarrollo de la industria en Flandes, que no por casualidad comenzó con la innovación tecnológica que acompañó el desarrollo de la industria textil, se dio conjuntamente con el mantenimiento y consolidación de la única ruta ente Europa y Asia que se mantuvo activa con luego de la toma de Constantinopla por los turcos. La ruta unía la Hansa del norte de Europa con Gotland en el Báltico, a ésta con Novgorod en Rusia de allí al Principado de Moscú; luego seguía por el Volga que los eficientes varegos navegaban sin dificultad, luego hacia Persia y Samarcanda (actual Uzbekistán), en la ruta tradicional de la seda; de allí a la India, Ceylán y China. La importancia de esta ruta, la única abierta por vía terrestre entre oriente y occidente luego de la caída de Constantinopla, tendría una especial significación, aunque no exclusivamente, en el surgimiento del capitalismo industrial en los Países Bajos durante la primera mitad del siglo XVII.
En este sentido, se podrían hacer importantes inferencias sobre influencia de la forma de conocer y de alimentar la toma de decisiones, desde el conocimiento creado, en torno al rescate del pensamiento griego luego de la constitución del Imperio Romano de Oriente (el proyecto político-ideológico de Constantino y la erección de Constantinopla como centro político). Los efectos de ese proyecto en la continuidad de un ámbito científico bizantino de cierta libertad de pensamiento (verificado en la conservación de las fuentes antiguas y la libertad en el uso de las mismas y las bibliotecas) y de un bloque científico-intelectual que alumbró las transformaciones mercantiles verificadas en la consolidación de las rutas del comercio con oriente (Ceilán, India, Persia) y su progresiva proyección desde el norte de África, Sicilia y sur de Italia hacia el occidente europeo (sobre todo el resto del Mediterráneo, España e Italia), son espacios de investigación casi vírgenes. No obstante, una primera lectura de la información bibliográfica y de cronistas existente, da pie a hipótesis subyugantes.
En resumen, pareciera entonces que, a la luz de los cambios aludidos, es necesario indagar, para entender las transformaciones actuales que se mencionan al principio, en las decisiones ideológicas y políticas relacionadas con el comportamiento de la base material de la sociedad y, justamente, en los cambios que ha alumbrado el modo de producción capitalista. Ese tipo de reflexiones son necesarias para entender que la modalidad de operación del capital industrial, tecnológicamente potenciado, es a la vez la razón de ser de la decadencia de occidente (entorno del Atlántico) y del surgimiento de potencias económicas como Brasil, Rusia, India y China. Ninguna potencia económica que registra la historia pudo sostener indefinidamente a grandes grupos de población al margen de un determinado modelo productivo. Ninguna potencia pudo sostener a ultranza una ineficiencia productiva. Las decisiones de hoy, alimentadas por las transformaciones surgidas en el modo de producción pueden ahogar o estimular a sociedades enteras. Las decisiones tomadas en el marco del conocimiento que la dinámica social amerita, pueden potenciar procesos de desarrollo. Tal vez a ciertas sociedades no les suceda que “entreguen sus rutas comerciales” o subvaloren sus ventajas comparativas, por desconocimiento acerca de lo que ello implica. Depende de la dinámica del sistema social y de su conocimiento la determinación de las ventajas comparativas a tener en cuenta.
En Bizancio las decisiones de entregar las rutas comerciales, de debilitar su marina, de debilitar con mercenarios su ejército, de transformar la estructura de tenencia de los medios de producción y debilitar su industria, condujo a la decadencia del imperio. Pero fueron aquellas sociedades que entendieron los aspectos positivos sobre los que descansó el poder económico bizantino en torno a un modo de producción renovado, las que generaron ideas que se hicieron realidades materiales hacia la construcción de las sociedades avanzadas de la primera revolución industrial. Entender, ahora, las razones de la decadencia de las sociedades del Atlántico norte y del surgimiento de las sociedades emergentes del BRIC, ya que ambos procesos son caras de una misma moneda, permite identificar la inserción posible de Latinoamérica y el Caribe en el mundo actual. El mundo actual, sus sociedades poderosas, sus pueblos dominados, sus regiones de pobres o de ricos, es la expresión de aquellos cambios acaecidos hace unos 600 años, el punto de arranque de un mundo distinto.
 
 
 
 
En un mundo como geografía,
notas sobre una geografía periférica y dependiente[9]
 
9AB80CDF
Jorge Osvaldo Morina
 
 
Algunas palabras sobre el mundo (como geografía).
 
La realidad socio-territorial argentina actual, y por lo tanto las realidades regionales, son, en gran medida, producto de la particular forma de acomodamiento de los grupos hegemónicos locales que, a través de distintas etapas históricas, han subalternizado a vastos sectores populares en función de “modelos” de dominación (sistemas de poder) liderados desde los denominados “países centrales”. El punto de inflexión que reconoce el pasaje del modelo mercadointernista al de apertura esencialmente importadora, concentración económica y exclusión social, vivido en Argentina hacia 1975/76, debe ser contextualizado en la imposición de una redefinición del sistema internacional. Esta, se vincula con la expansión, a diferentes escalas y con intensidades dispares, del “sistema de poder ultraliberal”, que contrariamente a su discurso antiestatista, sólo sobrevive merced a un fuerte anclaje en el Estado.
 
 
El proceso de concentración continua de la economía global se va agotando. La pelea por los mercados exige medidas extraeconómicas para triunfar: emerge la amenaza de la guerra a nivel mundial. Pero la “guerra contra el terrorismo” que EE.UU. declaró a partir del 11 de setiembre de 2001 es una aventura errática. El capitalismo occidental, sobre todo el norteamericano, procura salvarse a costa del resto del planeta. Bajo este esquema, los acuerdos multilaterales tienden a favorecer los intereses unilaterales de EE.UU. Es el caso de la OMC a partir del encuentro de Qatar y del ALCA a escala americana.
 
 
Tarde o temprano la recesión desembocará en un desplome bursátil global. En Estados Unidos las quiebras empresarias fueron en 2001 tres veces más frecuentes que hacia finales de la década pasada. En esos años iniciales del siglo XXI un reconocido especialista escribió: “En esta situación depresiva, en el Norte las importaciones bajarán en volumen y precio. En consecuencia, los países del Sur perderán toda capacidad para pagar la deuda externa, no les quedará otra opción que hundirse en la miseria extrema o liberarse de esas obligaciones para salvar (lo que queda) de sus mercados internos. Argentina es un caso ejemplar de dicho fenómeno” (Dierckxsens, 2002: 14).
 
 
De todos modos, existe una especie de consenso amplio –gracias también al derrumbe de la primera experiencia de construcción de una alternativa socialista- sobre la idea de que el capitalismo representaría un horizonte insuperable. Pero claro, esta interpretación deja de lado una serie de características nuevas que expresan lo que se ha definido como la “senilidad” del sistema capitalista (Beinstein, 1999; Amín, 2002). Por cierto, cuando se nos presentan algunos discursos dominantes referidos a la nueva organización del trabajo (la llamada “sociedad en red”), o también a las transformaciones en la propiedad del capital (“modo de acumulación patrimonial”, o de modo más vulgar “capitalismo popular”), o cuando se menciona a la ciencia convertida en “factor fundamental de producción”, estamos en presencia de “ilusiones tecnicistas”. Por supuesto, esas ilusiones se repiten a lo largo de la historia, porque la ideología del sistema siempre ha tenido necesidad de ellas para evadir la verdadera cuestión: ¿quién controla el uso de la tecnología? ¿quién controla los conocimientos necesarios para la producción?
 
 
En su expansión mundial, el capitalismo ha construido, reproducido y profundizado sin cesar, una asimetría entre sus centros de conquista y las periferias dominadas. Es por eso que podemos coincidir en definir al capitalismo como un sistema imperialista natural, representando el imperialismo la “fase permanente” del capitalismo (Amín, 2002). En el contraste expresado a través de las asimetrías crecientes, es interesante notar la contradicción principal del capitalismo, entendido como sistema geográfico mundial. Tal contradicción se manifiesta también en términos ideológicos y políticos, a través del contraste entre el discurso universalista del capital y la realidad de lo que produce su expansión, es decir, la creciente desigualdad entre los pueblos de la Tierra.
 
 
Todo parece indicar que el capítulo de la expansión constructiva (recordando el concepto “destrucción creadora” utilizado por Schumpeter) se ha cerrado de manera definitiva. El actual flujo de ganancias y de transferencias de capital “de Sur a Norte” supera con amplitud, y no sólo en términos cuantitativos, el reducido flujo de nuevas exportaciones de capital en sentido contrario. Este desequilibrio no es coyuntural, como pretende la prédica liberal, y se traduce en un vuelco en las relaciones entre la dimensión constructiva y la destructiva, ambas inherentes al capitalismo. Hoy, cada expansión –incluso marginal- del capital en las periferias implica destrucciones de alcance inimaginable. Por ejemplo, la apertura de la agricultura a la expansión del capital, marginal en términos de oportunidades potenciales para la inversión (y en términos de creación de puestos de trabajo modernos, de alta productividad), vuelve a poner en discusión la supervivencia del género humano.
 
 
Otro ejemplo se puede apreciar en la explotación de los recursos energéticos. Uno de los incentivos más poderosos que la inversión extranjera (IE) pide, y los regímenes influenciables ofrecen es el de la privatización de los hidrocarburos. Una vez “atracados” los activos nacionales estratégicos, la IE se asegura, a través de gobernantes sumisos o cómplices, con muy buenos resultados, el control de los campos más lucrativos de petróleo y gas (Petras, 2005).[10] Por razones de espacio cerramos aquí estos comentarios sobre la realidad mundial[11].
 
 
Notas sobre una geografía periférica y dependiente
(como es la Argentina).
 
Decíamos en la introducción que hacia 1975/76 comienza una transformación tan profunda de la Argentina que, sin duda alguna, puede hablarse de una refundación de nuestro país. El alcance del proceso de destrucción nacional que se estaba implantando para perdurar por décadas, no era imaginado por demasiados librepensadores de aquel entonces, con algunas excepciones[12].
 
 
Sin dejar de lado otros ejes de análisis o claves explicativas, entendemos que avanzar en el conocimiento de los procesos de endeudamiento externo, reestructuración productiva, distribución del ingreso y redefinición del Estado, puede resultar un camino metodológico adecuado para comprender los dramáticos cambios acaecidos en nuestra geografía.
 
Aunque en realidad funcionen estrechamente articuladas e imbricadas, una mejor comprensión procesual hace recomendable un estudio separado de esas claves explicativas:
 
 
En este X Encuentro Humboldt la propuesta es reseñar sintéticamente una de esas claves de las transformaciones iniciadas en la última dictadura, consolidadas desde su finalización, y agravadas desde 1989 hasta nuestros días. En los párrafos siguientes, seleccionamos la reestructuración productiva y nos dedicamos sobre todo a la década de 1990 y a los años que van desde la enorme devaluación posterior a la convertibilidad hasta 2008, recordando que en trabajos anteriores estudiamos en detalle el período dictatorial 1976-1983[13].
 
 
Reestructuración productiva: los aspectos salientes de este proceso han sido el estancamiento, la desindustrialización, la concentración de la producción y la afirmación de un nuevo perfil productivo. El primero de ellos se refiere a la notoria caída del ingreso promedio de los argentinos; el segundo alude a la menor incidencia del sector industrial sobre el PBI total, a la caída en el número de establecimientos y al descenso en la ocupación sectorial. Sobre el tercer aspecto, también de acuerdo a información censal, se constata que las ramas altamente concentradas generaban menos del 45 % de la producción en 1974, 51 % en 1984 y 61 % en 1994. La concentración ha continuado en los últimos años. Acerca del nuevo perfil, la década del 80 mostró la creciente importancia de un conjunto de bienes intermedios que conformaban la base principal de los grandes grupos económicos. Durante la década del 90, en términos de composición sectorial, se advierte una mayor participación de la producción de alimentos y la refinación de petróleo. Esto supone el ascenso de las producciones vinculadas a ventajas comparativas naturales.
 
 
En suma, el entonces nuevo patrón de acumulación otorgaba un papel subordinado a la acumulación industrial, asignando recursos hacia sectores primarios y desarticulando las cadenas de valor preexistentes. Lo descripto explica, en parte, el elevado nivel de desempleo que se registró en Argentina con la aplicación del Plan de Convertibilidad, que fue superado ampliamente en el pico de la crisis social y el marasmo económico que se vivió durante 2002, cuando la gigantesca devaluación constituyó un elemento medular de la política oficial destinada a regenerar la capacidad de acumulación de los capitalistas, como corresponde a un Estado creado históricamente a imagen y semejanza de las clases dominantes.
 
En el segundo semestre de 2002 comienzan a perfilarse claramente nuevas tendencias que, con el correr de los años se tornarían características de aquello que se conoce como un nuevo “modelo” económico. Se trata en realidad de transformaciones en el régimen de acumulación que, en nuestra formación social y económica nacional, expresa la articulación al sistema internacional imperialista desde lazos de dependencia que pueden cambiar su “ropaje” pero se mantienen incólumes.
 
 
Este patrón de acumulación combina el énfasis industrialista que tuvo la sustitución de importaciones con la fuerte asociación con el capital extranjero del breve experimento desarrollista (1958-1962). Pero el esquema que se viene gestando presenta, además, puntos de contacto con el régimen agro-exportador en la centralidad de la actividad agraria y cierto parentesco con el curso neoliberal financiero (1975-2001) en la regresividad social.
 
 
El “neo-desarrollismo” es un proyecto que comparten todas las clases dominantes. Su comando recae sobre las grandes empresas argentinas que internacionalizaron sus actividades. Se han entrelazado con capitales foráneos, adoptaron un perfil exportador y tienen muchos negocios en el exterior. Pero no priorizan el mercado interno, la acumulación endógena, ni la redistribución de ingresos. Propician un rumbo “industrialista” aceptado por los sectores más poderosos de los agro-negocios y alentado por empresas extranjeras que aseguran su liderazgo en numerosos rubros. El PBI superó el nivel de actividad que precedió a la crisis y el auge continuó en 2007. Esta dinámica ha sido estimulada por el alza de los precios de los productos básicos que exporta el país y obedece también a la magnitud de la depresión previa, que desvalorizó masivamente el capital y la fuerza de trabajo, creando condiciones para un rebote de la producción (Katz, 2007).
 
 
El nivel de concentración económica actual es capaz de hacer palidecer a los objetivos en ese sentido que se trazara el propio plan encabezado por Martínez de Hoz al inicio de la última dictadura [14].
 
 
El viraje manufacturero actual ya no cubre las carencias industriales de los años treinta, sino que surge luego de un largo proceso de regresión fabril que desarticuló la estructura productiva. Este resurgimiento es resultado directo de la devaluación, el abaratamiento de la fuerza de trabajo y la capacidad ociosa precedente y no conduce a reconstruir el viejo tejido industrial centrado en el mercado interno.
 
 
En 2003 la producción industrial creció un 17 %, luego de acumular una caída del 30 % entre 1998 y 2002. La utilización de la capacidad instalada se ubicó en un 65 %, cuando en 2002 había sido de 56 %. Como la producción del sector subió más que la ocupación, la productividad creció un 11 % en 2003. El aumento de precios resultante de la devaluación provocó una fuerte caída en los ingresos reales de los asalariados y, más aún, en los costos salariales de los empresarios. En 2002 el salario medio industrial cayó un 19 %; los costos salariales bajaron 36 % (Schoor, 2004).
 
 
Producto de lo anterior se observó un marcado incremento de la rentabilidad empresaria. En 2003, el excedente captado por los industriales (sobre todo por las fracciones más concentradas que lideran la expansión reciente) creció “apenas” 9%. Luego de haber aumentado casi el 60% en 2002 (Schoor, op. cit.). Ciertamente, la contribución del sector a la resolución de los problemas más acuciantes del país (desocupación e inequidad distributiva) ha resultado mínima por ahora.
 
 
La revitalización industrial es auspiciada por el gobierno nacional a través de subsidios a las empresas. Para financiar promociones, desgravaciones y rebajas de cargas patronales, el fisco autorizó exenciones por $ 14.892 millones en 2007, es decir el 10 % de la recaudación. Esto supera en 12 % el auxilio concedido en el presupuesto anterior.
 
Este “modelo” tiene un basamento estratégico en el sector agrario, pero la época dorada de Argentina en el comercio mundial ha concluido hace tiempo, y las ventajas naturales de la Pampa Húmeda ya no le otorgan al país un lugar privilegiado en la división internacional del trabajo. A diferencia de la industria, el producto bruto de este sector viene creciendo sin interrupciones en los últimos 15 años a una tasa de 5,7 %, sin frenos significativos. La devaluación de 2002 incentivó este avance al generar una rentabilidad que bordea los máximos históricos (Giarraca, N.; Teubal, M., 2005; Rodríguez, 2006).
 
 
Ese impulso consolida un esquema apoyado en la preeminencia de la soja (transgénica en más del 95 %), la destrucción de cultivos regionales, el cierre de tambos, el desplazamiento de campesinos y pequeños productores y la fuerte concentración en la tenencia de la tierra (Pengue, 2005; Pengue, 2006). Se estimula el monocultivo y se alienta la expulsión de trabajadores rurales. También es afectada la ganadería que mantiene un plantel similar al de hace 50 años.
 
Cuando repunta la demanda local o extranjera se encarece la carne. A pesar de las elevadas ganancias del sector, los ruralistas han retomado su periódica beligerancia contra el gobierno de turno, dado que siempre se han considerado propietarios del total de la renta agraria, identificando a las retenciones como una inaceptable interferencia impositiva del Estado sobre sus beneficios.
 
 
Si a las caracterizaciones de los párrafos previos le sumamos el papel de perfiles productivos netamente exportadores y muy poco generadores de empleo, como es el caso de la gran minería metalífera, o la consolidación del esquema de gestión privada de los hidrocarburos, no será difícil imaginar los problemas que se avecinan. Nos referimos a problemas que ya son y seguirán siendo padecidos por gran parte de nuestra población, y no por empresarios nacionales y extranjeros que sobre esta base económica acumulan rentas de privilegio con pleno apoyo de la superestructura jurídica, política e ideológica.
 
 
No es un secreto que los marcos normativos generados desde 1989 (bastante antes de la privatización de YPF) para la explotación de hidrocarburos se siguen sosteniendo a rajatabla hasta nuestros días. De ese modo, las grandes petroleras siguen cumpliendo sus objetivos de extraer mucho, explorar poco y nada y exportar todo lo posible. Sin embargo, el Parlamento Nacional sancionó en 2006 una Ley (enviada por el PEN) que otorga subsidios por 15 años a esas mismas compañías.
 
 
Otro tanto ocurre con la legislación minera, tan a medida de las multinacionales que casi hay que pagarles para que continúen con el saqueo de los recursos naturales. A tanto llegan las increíbles deducciones previas al pago de las magras regalías, las exenciones impositivas, la posibilidad de girar al exterior el 100 % de las divisas embolsadas por exportaciones, en un marco de “seguridad jurídica” y estabilidad fiscal por 30 años (Nieva, 2005; Gutman, 2007). El “cofre bien sellado” que mencionaba J. V. González al comenzar el siglo XX ya está bien abierto en el segundo lustro del XXI.
 
 
Cerramos este apartado recordando la interpretación de un destacado investigador extranjero que, analizando el devenir de la Argentina entre 2003 y 2007, considera que se trata de un caso de “crecimiento tan intenso como excluyente” (Salama, 2007).
 
 
Son tiempos de superávit fiscal y récord de reservas en el Banco Central. El Estado atesora fondos, pero su finalidad es afrontar eventuales tormentas financieras, como lo hacen todas las economías capitalistas en resguardo del sistema. Los permanentes subsidios a los capitalistas también nos advierten sobre el destino de una parte sustantiva de la recaudación.
 
 
Son tiempos también de modernización de la miseria. El esquema en curso permite acceder al celular pero no a las cloacas, especialmente en el norte del país, donde más de un tercio de la población carece de inodoro o desagüe.
 
 
Bibliografía:
 
Amín, S. (2002). “El capitalismo senil”. En: Rivista del Manifesto, Nº 31, setiembre 2002, Roma.
Beinstein, J. (1999). La Larga Crisis de la Economía Global. Corregidor, Buenos Aires.
Beinstein; J. (2007). “La profecía de Alan Greenspan. Estados Unidos: la irresistible llegada de la recesión”. En: Red Voltaire, 15/06/2007.
Calloni, S.; Ducrot, V. E. (2004). Recolonización o Independencia. América Latina en el siglo XXI. Norma, Buenos Aires.
Ceceña, A.; Sader, E. –Coordinadores- (2002). La Guerra Infinita. Hegemonía y Terror Mundial. CLACSO-ASDI, Buenos Aires.
Chesnais, F. (2007). “Constatar el cambio radical de período, ayudar a comprender su contenido y consecuencias”. En: www.carre-rouge.org; Tradujo Aldo Casas para Herramienta, revista de debate y crítica marxista: www.herramienta.com.ar
Dierckxsens, W. (2002). “Recesión global y crisis de la racionalidad capitalista. Un Arca de Noé sin cupos”. En: Enfoques Alternativos, Año I, Número 3, mayo de 2002, Buenos Aires.
Dos Santos, T. (2004). “Neodesarrollismo ¿Hacia donde vamos?”. En: www.rebelion.org
Dos Santos, T. (1998). “La teoría de la dependencia y el sistema mundial”. Entrevista en Revista Herramienta, Nro. 8, Buenos Aires.
Gavaldá, M. (2004). La recolonización. Repsol en América Latina: invasión y resistencias. Icaria/Antrazyt, Barcelona-Buenos Aires.
Gejo, O; Morina, J. O.; Velázquez, G. (2000). “Economía y Territorio en la Argentina, 1975-2000. La violencia de los de arriba”. En: Estudios Socioterritoriales, Año I, Núm. 1, Centro de Investigaciones Geográficas-FCHumanas-UNCPBA, Tandil.
Giarraca, N.; Teubal, M. (2005). El campo argentino en la encrucijada. Alianza Editorial, Buenos Aires.
Gunder Frank, A. (2004). “Decadencia norteamericana, ascenso asiático. Prospectando el siglo XXI”. En: Enfoques Alternativos, Año 3, Nro. 27, Buenos Aires (páginas 8-9).
Gutman, N. (2007). “Inversiones mineras en Argentina. Una legislación a medida. La conquista del Lejano Oeste”. En: Le Monde Diplomatique/el Dipló, Año VIII, Nro. 95, mayo 2007, Buenos Aires.
Harvey, D. (2004). El Nuevo Imperialismo. Akal, Madrid.
Jalife-Rahme, A. (2007). “El BIP pronuncia lo impronunciable: peligro de depresión global”. En: La Jornada, México, 27/06/2007.
Katz, C. (2007). El Giro de la Economía Argentina. En Lista EDI, Red GeoEcon, 27,28, 29/2007, 3 de febrero de 2007.
Morina, J. O.; Velázquez, G. A.; Gómez Lende, S. (2004). “Sobre o modelo neoliberal na Argentina (1976-2003). Uma interpretaçào geográfica”. En: Caderno de Geografía, Volume 14, Número 23, Dez. 2004, PUC Minas, Belo Horizonte.
Morina, J. O. (2005). “Imposición y transformaciones del neoliberalismo en la Argentina”. En: Colección Cuadernos de Trabajo Nº 21, Departamento de Ciencias Sociales, UNLu, Luján.
Navarro, R. (2007). “Y el mango....”. En: Suplemento Cash, Página 12, 01/07/07.
Nieva, H. O. (2005). Variaciones de los parámetros geoquímicos, río Vis-Vis, Catamarca, Argentina: causas y consecuencias. Tesis de Maestría en Problemática Ambiental Minera, Instituto Nacional Politécnico de Lorraine, Escuela de Minas de Nancy, República de Francia (Defendida en Teleconferencia desde la U. N. de Catamarca).
Palloix, C. (1975). Las Firmas Multinacionales y el Proceso de Internacionalización. Siglo XXI editores, Madrid, México, Buenos Aires, primera edición en español. (Primera edición en francés, Librería F. Maspero, París, 1973).
Pengue, W. (2005). Agricultura Industrial y Transnacionalización en América Latina. ¿La transgénesis de un continente? Red de Formación Ambiental. Serie de Textos Básicos para la Formación Ambiental Número 9. PNUMA. www.gepama.com.ar/pengue
Pengue, W. (2006). Explotación de Recursos Naturales y Mercado Agroexportador: Hacia la Determinación de la Deuda Ecológica con la Pampa Argentina. Tesis Doctoral, Universidad de Córdoba, Unión Europea.
Petras, J. (2005). “Inversión exterior: incentivos perjudiciales”. En: www.rebelion.org, 18 de julio de 2005.
Petras, J.; Veltmeyer, H. (comp.) (2004). Las privatizaciones y la desnacionalización de América Latina. Prometeo Libros, Buenos Aires.
República Argentina. INDEC. Censos Nacionales Económicos 1974, 1984, 1994.
Rodríguez, J. (2006). “Rentabilidad extraordinaria”. En: Página 12, 23/07/06.
Salama, P. (2007). Argentina. Crecimiento Excluyente. La Insignia, París, febrero 2007.
Schoor, M. (2004). “Redistribuir para afianzar la recuperación”. En: Le Monde Diplomatique/el Dipló, Año VI, Nro. 62: 10-12. Buenos Aires.
Toussaint, E. (2004). La Bolsa o la Vida. Las finanzas contra los pueblos. CLACSO, Buenos Aires.
Walsh, R. (1977). “Carta Abierta a la Dictadura Militar”, 24/03/1977, Buenos Aires.
 
NOCHE EN EL BAR EL CAIRO –
DURANTE EL ENCUENTRO DE ROSARIO
Inaugurado en 1943 en la planta baja de una casona, famoso por sus reuniones de artistas e intelectuales locales, nacionales e internacionales. Inmortalizado por el escritor rosarino Roberto Fontanarrosa en su libro "La mesa de los galanes" abrió su esquina en Sarmiento y Santa Fe, luego de que un voraz incendio hiciera peligrar el proyecto de reconstrucción allá por Mayo del 2004. Leyenda urbana por donde se lo mire, comenzó como un típico café, con mesas de billar, donde los hombres de la ciudad se juntaban para hablar de fútbol, política y mujeres. En la década del 70, tras ser remodelado, se convierte en un lugar donde un público de jóvenes intelectuales hacían del bar un punto de encuentro fundamental.
 
Nilde Ferreira Balçao (Brasil) y Omar Gejo (Argentina).
 
IMG_1667
Mexicanos, argentinos y brasileros compartiendo la Mesa del Negro Fontanarrosa.
 
 
IMG_1668
Álvaro Sánchez Crispín (México) y Nathan Belcavello de Oliveira (Brasil).
 
 
IMG_1669
Omar Gejo (Argentina), Edson Trajano Vieira y Dulciene Da Costa Fraçao (Brasil).
 
 
IMG_1670
Telma Souza Chaves (Brasil) y Ana María Liberali (Argentina).
 
CENA Y BRINDIS DE DESPEDIDA DEL X ENCUENTRO
Copia (2) de IMG_1699
Elián Babini (Rosario – Argentina) – Franco Martínez (Rosario – Argentina)
 
Érica Lugo (Rosario – Argentina)
 
 
Liliana Díaz Zayas (Rosario – Argentina)
 
 
Nathan Belcavello de Oliveira (Brasilia – Brasil) – Omar Gejo (Buenos Aires - Argentina)
 
Nilde Ferreira Balçao (Taubaté – Brasil)
 
Edson Trajano Vieira (Taubaté – Brasil) – Joao Villas Boas (Juiz de Fora – Brasil)
 
 
Omar Gejo (Argentina) – Solange Redondo (Luján – Argentina)
 
Copia (2) de IMG_1707
Diego de Souza Pérez (Brasil) – María del Carmen Lascano (Rosario – Argentina)
– Solange Redondo (Argentina) – Darío Garnero (Rosario - Argentina)
 
 
 
Joao Villas Boas (Brasil) – Jussara Mantelli (Río Grande – Brasil) –
Diego de Souza Pérez (Río de Janeiro – Brasil)
 
 
 
Copia de IMG_1714
Susana Fratini (Luján – Argentina)
 
 
Copia de IMG_1715
Solange Redondo – Érica Lugo (Argentina) – Elián Babini (Argentina) – Darío Garnero (Argentina)
 
 
 
 
 


[1] Por capitalismo globalizado podemos entender, desde una perspectiva geográfica, la conjunción de tres ideas básicas falsas: el fin del ciclo económico con la instalación de un crecimiento continuo (sostenido); la conformación de un ultraimperialismo o un condominio interimperialista mundial; y la factibilidad del desarrollo en la periferia por simple absorción del mercado mundial. Estas tres ideas interrelacionadas constituyeron el meollo de la ideología globalizadora y la descarada confesión de su carácter manifiestamente antigeográfico.  
[2] El año 1993 había finalizado en Argentina con la primera gran convulsión "antimodelo": el 16 de diciembre una pueblada conmueve a Santiago del Estero y señalará la senda de las posteriores rebeliones que culminarán el 19 y 20 de diciembre de 2001. En tanto que el primero de enero de 1994, en el sur de México, se produjo el levantamiento zapatista, el preludio del agotamiento del 'salinismo' y el punto de partida de los movimientos antiglobalizadores.
[3] "Las personas no son máquinas pensantes (absorben al menos tanta información a través de al vista, el olfato y los sentimientos, como los símbolos abstractos), y el mundo no es inmaterial: la realidad virtual no es tal realidad. El peso sobre la humanidad del tiempo y del espacio, del terruño y de la historia - en suma, de la geografía- es mayor que el que probablemente pueda levantar jamás cualquier tecnología agrícola". "La vigencia de Dos Tiranías", en Meridiano - Revista de Geografía Nro 2, marzo de 1996.
[4] En los números 4 (marzo de 1997),5 (noviembre de 1997) y 6 (octubre de 1998) de Meridiano - Revista de Geografía se aborda un tema decisisvo: la manifiesta intervención del estado en el momento de la 'deserción' (sic) o 'ausencia' (sic) del estado. El 'progresismo' hacía de esta falacia su plataforma de operaciones. Con "Brasil, ¿ayer?; "El 'otro' modelo" y "Deuda, Bancos y Política Económica", quedaban al desnudo las gruesas falencias de esas interpretaciones. 
[5] Las nociones de periferia y dependencia han sido un producto del pensamiento latinoamericano enmarcado en el cuadro de necesidades del desarrollo capitalista atrasado tras la crisis del 30 y, principalmente, luego de la segunda guerra mundial. Argentina primero, Brasil después, fueron las cunas de estas percepciones problemáticas de la relación entre los países atrasados y el mercado mundial.
[6] Los mercados emergentes significan, por un lado, el creciente excedente de capital dinero en los circuitos centrales, y, por el otro, las menguadas posibilidades de hacer de los mercados periféricos ( en particular de los latinoamercianos) las superficies para reeditar las experiencias desarrollistas. Gejo, Omar (1999): "La década del 90. Apuntes para un cuadro de situación.". En: Boletin del Centro de Estudios Alexander von Humboldt, año 3, N 5, Buenos Aires.
[7] Es conocido el término "pensamiento único" entre nosotros, o "T.I.N.A." ( "No hay alternativa") entre los anglosajones y su claro significado de extorsión intelectual..
[8] Nos referimos al último tercio del siglo veinte, signado por la agudización de la puja interimperialista, la aparición de una periferia exportadora de carácter industrial en el este de Asia y el arrumbamiento comercial de las tradicionales periferias exportadoras primarias (véase en este mismo texto el apartado "Un contexto mundial: haciendo Geografía (1990-1995)".).
[9] Este resumen se desprende, en parte, de un trabajo del autor elaborado para el Capítulo 1 (“Claves para entender una geografía periférica y dependiente como es la Argentina”) del libro Cuestiones regionales en la Argentina al comenzar el siglo XXI, Serie Publicaciones del PROEG Nº 5, Departamento de Ciencias Sociales, UNLu, 2008.
1 Cualquier similitud o identificación de casos concretos en Argentina, como la modificación del marco regulatorio y posterior privatización de YPF, durante la gestión menemista, o la renegociación y prórroga hasta 2027 que se le otorgó a Repsol en el año 2000 para explotar el yacimiento gasífero Loma de la Lata; o la más reciente entrega del patrimonio ejecutada en 2007 por las autoridades de dos provincias patagónicas (Chubut y Santa Cruz), con aval del gobierno central, al firmar la prórroga hasta 2027, con opción a 20 años más (2047), con la petrolera Pan American Energy, para explotar los yacimientos de la cuenca del Golfo San Jorge, incluyendo los muy productivos de Cerro Dragón, difícilmente sea “pura coincidencia”
[11]Con el fin de no extendernos en este apartado, para el análisis del contexto internacional en que se producen los cambios en nuestro país, además de algunos trabajos ya citados, se recomienda recurrir a marcos teóricos y desarrollos empíricos como los que pueden hallarse en: Palloix, 1975; Harvey, 2004; Toussaint, 2004; Ceceña; Sader, 2002; Calloni; Ducrot, 2004; Gavaldá, 2004; Petras; Veltmeyer, 2004; Dos Santos, 1998; Dos Santos, 2004; Gunder Frank, 2004; Beinstein, 2007; Jalife-Rahme, 2007; Chesnais, 2007.
[12]Merece destacarse el análisis claro y conmovedor realizado por el escritor Rodolfo Walsh acerca del primer año de gestión de la última dictadura, enviado a la prensa escrita el 24/03/1977. Un día después, R. Walsh fue asesinado por el gobierno de facto en la Capital Federal.
[13] Entre otros: Gejo; Morina; Velázquez, 2000; Morina; Velázquez; Gómez Lende, 2004; Morina, 2005.
[14]Una compañía produce el 99 % de la chapa laminada en frío y 84 % de la laminada en caliente; tres empresas concentran el 96 % de la producción de cemento; una empresa comercializa el 77 % de los fertilizantes; otra vende el 79 % de los agroquímicos. En alimentos la gravedad de la cuestión no es menor: dos empresas venden el 70 % de la leche fluida, chocolatada y yogures; otras dos, el 77 % de las galletitas saladas y el 73 % de las dulces; dos compañías concentran el 81 % en cervezas. La concentración también es grande en energía, petroquímica, telecomunicaciones, supermercados, etc. (Navarro, 2007).
 

2009
Libros, cursos y Encuentro en el estado de Sao Paulo
 
Presentación del libro La Argentina como Geografía. Políticas Macroeconómicas y Sistema Regional (1990-2005), en el Encuentro de Geógrafos de América Latina. Montevideo, Uruguay y en la Universidad Nacional de Mar del Plata en el mes de abril; y en la Universidad de Buenos Aires, en el mes de mayo.
 
Presentación del libro La Geografía en América Latina: visión por países, en la Universidad Nacional de Mar del Plata, en el mes de mayo.
 
http://elistas.egrupos.net/lista/humboldt/archivo/indice/10839/msg/11093/cid/35847F6FAF07443EBAE97F1F191AF2B4@ANA
 
Dictado de cursos sobre temas geográficos.
 
 
XI Encuentro Humboldt en Ubatuba, estado de Sao Paulo, Brasil
“Crisis Sistémica, ¿regulación o ruptura?”
 
Universidade de Taubaté – Campus Ubatuba
 
Ceremonia de apertura del XI Encuentro
 
 
Conferencia a cargo del Prof. Omar Gejo (Argentina)
 
 
 
Conferencia a cargo del Dr. Adáuto de Oliveira Souza (Brasil)
 
 
 
Exposición a cargo del Dr. Edson Trajano Vieira (Brasil)
 
 
Conferencia a cargo del Dr. Gerardo Mario de Jong (Argentina)
 
 
 
Exposición a cargo de la Prof. María Gabriela Greco (Argentina)
 
 
 
 
Conferencia a cargo del Prof. Adriano Rovira Pinto (Chile)
 
 
 
 
Salida de campo al Parque Nacional Serra do Mar
 
 
 
2010
Conferencias en México - Congreso AAG - Libro – 15 años
 
Ciclo de conferencias a cargo de Ana María Liberali, en representación del Centro Humboldt en la Facultad de Filosofía y Letras y en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional de México/ Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y en la Escuela Nacional Preparatoria Plantel 1 “Gabino Barreda” – UNAM
 
Ana María Liberali con los colegas de México
 
Álvaro Sánchez Crispín y Enrique Propín Frejomil
 
 
Con Lilia Susana Padilla y Sotelo
 
Con Alejandro Ramos
 
 
 
El 14 de abril se realizó en el marco del Congreso de la Asociación de Geógrafos Americanos, en Washington DC 2010
el Workshop Bilingüe
Geografía en las Américas:
publicando más allá de las fronteras nacionales, institucionales y linguísticas 
Los organizadores fueron Osvaldo Muñiz, de la Texas State University, San Marcos y Patricia Solís, de la Asociación de Geógrafos Americanos
 


Los panelistas invitados fueron:
 
       
Audrey Kobayashi
Editora de los Anales de la Asociación de Geógrafos Americanos
y de otras publicaciones (Canadá)
Ana María Liberali
Centro Humboldt
 varios libros y publicaciones (Argentina)
 
        Lilliam Quirós
 Revista Geográfica de América Central
y otras (Costa Rica)
 
 Stan Brunn
 University of Kentucky
Editor de los Anales de la Asociación de Geógrafos Americanos
y  Professional Geographer (EEUU)
 


Libro La Argentina como Geografía. Procesos Productivos e Impacto Social (1990-2008)
 
 
Fue presentado en las Sextas Jornadas de Geografía Económica realizadas en la ciudad de Mar del Plata-Argentina, entre los días 28 y 30 de abril.
 
HOY 25 DE MAYO
FESTEJAMOS NUESTROS 15 AÑOS
Escuchando música y comiendo exquisiteces criollas
Tomás Lipan y su conjunto
 
Mercedes Voltolini – Omar Gejo – Humberto Voltolini y Gerardo de Jong
 
 
 
 


Av. Corrientes 753 - 1er piso - 61. Ciudad Autónoma de Buenos Aires | (54-11) 43729657 | cehumboldt@yahoo.com.ar | www.centrohumboldt.org

Diseño y Hosting > Sitio Express